Sunday, December 29, 2013

Soy el verano
y vengo a bañarme acá
a las rocas del fabini.
Está bueno porque no hay planchas
porque los planchas se hunden.
No me molestan tanto los planchas
como la música plancha que escuchan
o sea, todo bien
porque soy el verano
el abrigo de todos.
Hasta le permito a la veterana
carbonizarse tranquila
a las tres de la tarde
aunque al caer el sol no,
a esa hora llegan las indias
tensas de los humedales
e intento impresionarlas
con grandes brazadas
como haciendo que me pierdo a lo lejos
hacia el espigón de punta carretas
pero no me ven
porque soy el verano
y sólo me gozan ellas a mí
y no es que yo no pueda
porque ellas se entregan enteras
todas juntas, en su especie
estableciendo conmigo un contacto animal
pero luego me olvidan
así todas juntas
cuando termina de caer el sol.
Un día de estos
les voy a prender un faso con los dedos
pero se van a asustar
y asustar no está en mi naturaleza
porque soy el verano
despreocupado
recostado en las piedras
mirando las siluetas en el muelle
recortadas contra mi dios sol
del que estoy más cerca que nadie
porque doy vueltas al globo todo el tiempo
para estar más cerca de mi dios
porque soy parte de él
soy un tatuaje del sol
y yo mismo tengo varios:
un sol
un san jorge
un sagrado corazón
un hongo alucinante
y una leyenda en letras góticas:
“llegó el verano”
y voy mirando el agua por abajo
bien a lo profundo
a lo verde
a lo ámbar
y pasa una lisa
y sigo pensando en llegar al espigón
este verano.



Monday, December 16, 2013

hacía cuánto no entendía
hacía cuánto preguntaba
en esos días
en que los amigos fallan
en que también ellos
nos mienten, esconden su torpeza
como si no supieran escribir
y no, no saben
y nos alejan
porque hasta fue vaticinado por el pronóstico
aunque recién para la semana que viene, qué raro
ni siquiera tormentas

este tango mormazo
este triste de plátanos calcinados, parasitados
y medio porro en cuatro pitadas
en este año que no termina

una tirada desde el muelle
o dos
largas
con el agua quieta y dulce
como en un lago
al borde de la ciudad marrón
y armamos un porro
y después una ópera
con el leo
ahí en el muelle
que puede andar, puede andar
la escenografía es un fondo negro
con eventuales luces
etc.

No me pagan
no me mandan mensajes tranquilizadores,
todo lo contrario

Explotan las primeras bombas brasileras
y pienso en hacer un asado para cincuenta personas
una pesadilla
un castigo
dentro de una semana
y se me cae un huevo
Gigante
Pesado
y un africano grita en la esquina
en un idioma africano

y alguien saca un disco
Bravo! Te felicito, le digo
en la caja del súper
pero le chupa un huevo
a mí no
porque no estaba mal el temita
la gente se quiere tan poco
y estaba bien
como de music hall
con la voz de patricio rey

y hablando de discos
qué súper de mierda el Disco
sólo tres cajas habilitadas a las cinco
y una para seis unidades

oh tu amor
cuándo me darás tu amor
adentro de una bolsa de súper
reusada por primera vez
porque aguantó más de lo previsto
en el fondo del cajón
de abajo
de la cocina

cuando te vi
caminando en la curva de la rambla
pensé en meterte los auriculares en el orto
primero uno
luego los dos juntos
con esa música bonita
que dice
where’s your dirty mind?
’cause I know where is mine.

Tuesday, October 29, 2013

    Fui un niño lunático, con un género nuevo de lunatismo. Una hermosa niñez fotogénica. Los 15 años fueron detestables: empecé a ver que siempre sería un espectador. Aislado en la fiesta o al menos lo que yo creía que era la fiesta. Ese núcleo, ese centro que atraía todas las cosas hacía sí, las niñas hermosas, la luz los perfumes y el sonido. Nunca una silla para mí cuando se cerraba el telón. Todo estaba lejos, muy lejos, como cuando de una cama a otra cama, en la noche, en una habitación de mala muerte, uno escucha que el otro se remueve apenas y se queja.
   Pero una noche, caminando sin rumbo, descubro una rugiente bola de fuego, una estrella de sueño definitivo en el cielo angustiado. Y ese centro de vida, de movimiento de relojería y de cascada, esa estrella, me acompaña hasta mi casa, que esa noche es un pabellón dorado, con banderines al viento.
    Y de allí en adelante, frenético, me arrojo contra la oscuridad y la transcurro y la derroto y entro a mi habitación con las sienes en llamas porque esa estrella, desde el fondo de mi ser, me ha incendiado.
Julio Inverso
"Diario de un agonizante"

Saturday, October 26, 2013

el nuevo uruguasho

El nuevo uruguasho tiene o quiere tener dos hijos
El nuevo uruguasho tiene o quiere tener dos autos
El nuevo uruguasho tiene o quiere tener dos perros
El nuevo uruguasho tiene o quiere tener dos tatuajes
El nuevo uruguasho no tiene gatos
El nuevo uruguasho desconoce las mascotas, salvo los perros
El nuevo uruguasho quiere ser cheto
El nuevo uruguasho no quiere ser plancha
El nuevo uruguasho va al gimnasio
El nuevo uruguasho no encara abdominales
El nuevo uruguasho es muy cogedor
El nuevo uruguasho cree que el cable es el mundo
El nuevo uruguasho viaja a ver lo que vio en el cable
El nuevo uruguasho mira programas de cocina
El nuevo uruguasho no cocina ni cagando
El nuevo uruguasho no lee ni escucha poesía
El nuevo uruguasho no sabe si le gusta la murga, duda
El nuevo uruguasho lee policiales suecos
El nuevo uruguasho apoya el matrimonio igualitario
El nuevo uruguasho es homofóbico ad nauseam
El nuevo uruguasho no es neurótico
El nuevo uruguasho es sicótico
El nuevo uruguasho cree que no es latino
El nuevo uruguasho es racista mal
El nuevo uruguasho es clasista moderado
El nuevo uruguasho usa "negro" y "pichi" como sinónimos
El nuevo uruguasho no se llama Yonatan ni Maikol
El nuevo uruguasho no sabe cómo hablar de raza
El nuevo uruguasho no sabe hablar ni de fútbol
El nuevo uruguasho no logra completar una frase
El nuevo uruguasho no oye
El nuevo uruguasho es balbuceante compulsivo
El nuevo uruguasho es melancólico pero no sabe
El nuevo uruguasho añora algo
El nuevo uruguasho no hace contacto visual
El nuevo uruguasho desprecia todo lo que no es nuevo uruguasho
El nuevo uruguasho está perdido
El nuevo uruguasho quiere un gps para ir al baño
El nuevo uruguasho quiere que lo sirvan siempre
El nuevo uruguasho nunca quiere servir
El nuevo uruguasho no entiende nada nunca
El nuevo uruguasho no levanta bandejas
El nuevo uruguasho quiere tener dos empleadas
El nuevo uruguasho coge con la empleada
El nuevo uruguasho quiere que le limpien la mierda
El nuevo uruguasho no reconoce la propia mierda
El nuevo uruguasho no distingue entre mierda y no mierda
El nuevo uruguasho no distingue nada
El nuevo uruguasho se cree gracioso
El nuevo uruguasho no tiene autocrítica
El nuevo uruguasho no toma decisiones
El nuevo uruguasho no arriesga nada nunca
El nuevo uruguasho sólo arriesga cuando va a perder
El nuevo uruguasho dice sePtiembre
El nuevo uruguasho dice "a ver" antes de decir cualquier cosa
El nuevo uruguasho es irritable
El nuevo uruguasho no se banca la cabeza
El nuevo uruguasho tiene ataques de pánico
El nuevo uruguasho se automedica con recetas verdes
El nuevo uruguasho desprecia a los psicólogos
El nuevo uruguasho se cree más inteligente que la psicología
El nuevo uruguasho desprecia y combate todo razonamiento
El nuevo uruguasho tiene el insight de un hámster
El nuevo uruguasho va a charlas sobre inteligencia emocional y llega tarde
El nuevo uruguasho asesina y es asesinado
El nuevo uruguasho quiere asesinar en defensa propia
El nuevo uruguasho quiere asesinar para salir en la tele
El nuevo uruguasho es famoso
El nuevo uruguasho se emociona con la publicidad
El nuevo uruguasho compra libros
El nuevo uruguasho no sabe qué lee el nuevo uruguasho
El nuevo uruguasho desconoce las páginas amarillas
El nuevo uruguasho odia
El nuevo uruguasho cree que merece ser millonario
El nuevo uruguasho no sabe hacer ni una cola
El nuevo uruguasho no sabe hacer nada
El nuevo uruguasho no quiere morir
El nuevo uruguasho no sabe dibujar
El nuevo uruguasho no sabe quién era Rodríguez Camusso
El nuevo uruguasho cree que la humanidad surgió en Uruguay
El nuevo uruguasho quiere vivir en Nueva York
El nuevo uruguasho quiere visitar Disneylandia
El nuevo uruguasho quiere emigrar los domingos
El nuevo uruguasho quiere tener un Master en Conchadetumadre
El nuevo uruguasho es corrupto
El nuevo uruguasho es amoral
El nuevo uruguasho ve muy mal tener modales
El nuevo uruguasho caga a la vista de todos
El nuevo uruguasho cree que el nuevo uruguasho es una raza
El nuevo uruguasho piensa algo cuando ve girar el microondas
El nuevo uruguasho quiere tener un lago en el fondo de la casa
El nuevo uruguasho distingue lo salado de lo dulce
El nuevo uruguasho conserva la tradición de rascarse el higo
El nuevo uruguasho no se queja de la mala educación
El nuevo uruguasho vota a Pepito, a Cuquito y a Pedrito
El nuevo uruguasho vive en el Planeta de los Simios
El nuevo uruguasho lee Ovación
El nuevo uruguasho come galletas de arroz con mayonesa
El nuevo uruguasho odia los árboles
El nuevo uruguasho no conoce las cuevas de Altamira
El nuevo uruguasho guarda un secreto deseo: vivir y morir en Marte
El nuevo uruguasho huye a casa para ver el informativo
El nuevo uruguasho adora la crónica roja
El nuevo uruguasho adora el miedo
El nuevo uruguasho saluda por conveniencia
El nuevo uruguasho mata por un asiento
El nuevo uruguasho reclama derechos a las viejas y las embarazadas
El nuevo uruguasho se siente discriminado
El nuevo uruguasho favorece la legalización de la marihuana
El nuevo uruguasho no favorece la legalización de nada más
El nuevo uruguasho dice que esto es un barrio de Europa
El nuevo uruguasho no usa piernas
El nuevo uruguasho tiene ciática
El nuevo uruguasho milita por una farándula uruguasha
El nuevo uruguasho no hace ayuno
El nuevo uruguasho es merquero
El nuevo uruguasho es el Piñe
El nuevo uruguasho no sabe quién es Jack London
El nuevo uruguasho estaciona en la vereda
El nuevo uruguasho prefiere la palabra “nuevo” a la palabra “viejo”
El nuevo uruguasho no curte soul ni funk ni tango
El nuevo uruguasho vive en un país húmedo
El nuevo uruguasho prefiere edulcorante
El nuevo uruguasho usa muchos aerosoles
El nuevo uruguasho no sabe qué hacer con los envases de vidrio
El nuevo uruguasho abomina al aburrimiento
El nuevo uruguasho caga impuntualmente
El nuevo uruguasho cree que en Uruguay nunca hubo guerras
El nuevo uruguasho es medianamente optimista
El nuevo uruguasho usa el pronombre “yo” como muletilla
El nuevo uruguasho desconoce las funciones de la médula ósea
El nuevo uruguasho no escribe a mano
El nuevo uruguasho no hace cuentas a mano
El nuevo uruguasho usa la mano para el control y para hacerse pajas
El nuevo uruguasho tiene hijos para ponerlos en facebook
El nuevo uruguasho curte cuatriciclo
El nuevo uruguasho cree que el pan negro es pan integral
El nuevo uruguasho cree que pagnifique es pan
El nuevo uruguasho no curte feria
El nuevo uruguasho habla en sueños con Daniel Vilar
El nuevo uruguasho nunca recuerda lo que sueña
El nuevo uruguasho carece de placeres culpables
El nuevo uruguasho no se siente culpable de nada

Monday, September 30, 2013

No llores por mí, argenchina

Desperté boca arriba en el cuarto oscuro y húmedo, la luz gris atravesaba las cortinas quietas. Podía adivinar las ramas de las acacias cercanas al porche moviéndose con el viento siempre igual.
Encima de mí, yacía La Creatura (LaC) lamiéndome el pecho, cansinamente, mientras yo le acariciaba, complaciente, su cabeza crespa. Había intentado penetrarla, pero no había podido, y no era la primera vez. Pero a LaC no parecía importarle. Yo sólo sentía su humedad, el gesto cansino, en cámara lenta, de la lengua que iba de arriba abajo como pintando una pared a veces, otras concentrándose en remolinos sobre zonas dispersas de mi geografía.
Dejaba que LaC me poseyera de esa forma, me sodomizara así, con ese hastío de mi parte, porque no tenía otra cosa que hacer.

Afuera el viento arreciaba y cuando las paredes empezaron a vibrar me salí de abajo de ella, me levanté y abrí la puerta al porche, todo en un solo movimiento. Y al salir, casi me caigo desde la cubierta al agua, que recién reconocía (primer vértigo).
Por la otra puerta LaC ya había salido. No me estaba mirando a mí sino a la proa, avanzando ya, y no me oía gritarle, decirle que éramos los personajes de una animación japonesa, que estaba soñando despierto, que no estaba durmiendo en la casa de nadie ni en el cuarto con ventanas al porche, como el de mis abuelos, sino en su lancha-patrulla.
Cuando avanzó hacia la proa, la vi entonces, toda iluminada bajo el cielo blanco, que le iba variando los colores y las sombras indescriptiblemente. Iba oteando los barcos clandestinos, contemplando brevemente las bolsas que flotaban al costado, confirmando de reojo los lobos muertos y las medusas al ras de la superficie, como todo lo demás.
Con el frío en el pecho humedecido, fui caminando hacia la popa manteniendo el equilibrio. Me senté para quedarme lejos de ella y ver tranquilo a Villa Estúpida hundirse a lo lejos, de a poco, como hacía siempre. Pero no sospechaba que la fortuna me esperaba obcecadamente, justo allí, al otro día.

La dije a LaC que me iba a juntar con los amigos en el desfile de carnaval, que iba a durar unos días. Hoy recuerdo esos días todos juntos como una cadena, como un racimo, como un collar brillante y pesado, como un día solo, aquel día. Y aunque no mentía, no iba a encontrar a mis amigos, porque no iba a buscarlos.
Salí y agarré por Soriano, y como a la altura de Jaguarao, veo a un bondi brasilero con brasileros adentro que le están dando la bienvenida con vítores y flashes a Rosa Luna, que va subiendo al bondi porque en ese momento se está muriendo, o está pasando a la inmortalidad, o es el fantasma de Rosa Luna, daba igual. Pero desde ese momento, ella marcaba la esquina como un mojón barrial, nacional, regional, por donde pasábamos todos como frente a una vidriera donde ella estaba vestida de vedette con plumas celestes y plateadas y con esa bandeja debajo de las tetas ofreciéndolas a todos, a la región, y se doblaba un poco hacia adelante, junto a una mesa de café donde un viejo la miraba y ella lo apuñalaba. Él la miraba mientras ella lo apuñalaba una, dos, tres veces y todo el tiempo.

Al final de la calle veo un resplandor increíble, gigante, como de luces del estadio, como de luz de día, como de un rodaje, porque hay un tablado en la Intendencia y yo voy bajando unos terraplenes llenos de gente sentada y parada, gente alegre, todos rodeados del aire cálido del mejor verano, todo de un colorido que salía de una alegría que yo pensaba muerta. Y avanzo solo entre una comparsa que lleva unas pancartas blancas y trapos blancos y yo sigo avanzando sin querer juntarme definitivamente con nadie, o apenas, o intermitentemente, y abrazo a alguien y sigo, embanderado y semidesnudo. Y sin pudor, o sin necesidad de perderlo, voy levemente embriagado por unas fantasías que venían siendo el escenario emocional de lo por venir, la zarzuela con final feliz que se avecinaba.

Porque entonces alguien me agarra del brazo, blandamente, y me doy vuelta de la misma forma en que me venía dando vuelta en toda esa bajada para abrazar desconocidos. Pero me encuentro con tu cara, familiar y sobrenatural, dulce y tranquila, tibia aún sin tocarte, que me sonreía y me decía sin hablar, sólo con tus ojos almendrados de argenchina, que querías estar conmigo, en ese momento y siempre, sólo porque era el que andaba desvariando embanderado y desnudo entre cabezudos de dragones.
Pero cuando voy a hablarte, cuando estoy reprimiendo el deseo de preguntarte el nombre para darme dique, siento que, del otro brazo, alguien me agarra a su vez, bruscamente, y veo de costado lo que ya temía: LaC me miraba, con los ojos duros, con una amiga de la infancia, de la infancia de ella. Y haciéndose la boluda me dice: “¿Viste lo de Rosa Luna? Salado”. Y yo le dije que sí, pero que se fuera, que me dejara solo.
Y LaC se fue con la amiga y se perdió entre la multitud blanca que las envolvió, como si la leche se tragara dos moscas.

Entonces volví sobre la argenchina y me quedé mirándola un rato, tan suave, con esas córneas, con esos iris como telas de araña superpuestas, con todos sus capilares latiendo por detrás del cristal de la piel, bellísima, y me reprimo de abrazarla para darme dique y, ahora sí, le pregunto el nombre. Pero espero un rato sin poder oírla, porque en ese momento está bajando una escola y empezamos a bailar sin dejar de mirarnos a los ojos y latir juntos y veo que no había llegado sola de Argenchina sino que estaba acompañada de una presencia que distingo un poco más atrás, difusa, discreta y benéfica.
La argenchina estaba extasiada de estar ahí conmigo, y yo también. Le doy la mano y siento la suya, mediana y tierna, y nos metemos entre la gente hasta llegar a una pizzería con las mesas de madera pintadas de blanco que miran al corso y nos sentamos y pedimos una pizza a caballo para cada uno y después nos levantamos de nuevo hasta la cumbiola mientras la presencia se queda cuidando la mesa nuestra.
En el camino, vuelvo a preguntarle el nombre y, ahora sí, la escucho: Sofía Analía Lucía Estefanía, pero le dicen SALE. Yo le quiero decir mi nombre, pero no me sale, me da vergüenza y me dan ganas de llorar.
Entonces SALE apoya las manos contra el vidrio de la cumbiola y fue leyendo los nombres de las bandas, de las bandas que no podía escuchar en Argenchina:

Vietcong Total
Bye Bye Saigón
Tsunamitas
China madre

“De Japón, nada, che”, le digo. “Claro —me dice—, ustedes se creen re cool pero no entienden. La posta está en Indochina, sabelo”, y eligió el disco de Vietcong Total que me dejó de cara, tanto la cumbia como ella bailando. El tema se llamaba “Cuerpo y alma” y el estribillo decía: “El cuerpo es un templo / por eso hay lugares” / que nunca vas a tocar / ni vos ni nadies”.

Y el alma me volvía al cuerpo, porque era un alma más grande que yo que había crecido fuera de mí, perdida durante tanto tiempo, y de pronto se materializaba por todo el espacio de la pizzería y del carnaval afuera y me entraba por la piel por ósmosis, porque adentro mío no había nada y afuera estaba todo.
Estuvimos bailando hasta que vimos pasar las pizzas para la mesa y entonces nos fuimos a sentar con la presencia, que en ese momento estaba en otra cosa, conectándose con otras presencias a quienes encontraba por primera vez detectando saberes nuevos, estableciendo conexiones a niveles profundos.

SALE me dijo que había llegado justo unos minutos antes de encontrarnos. Había llegado en un lanchón clandestino y seguramente se fuera en el mismo lanchón, eso dependía de la cantidad de argenchinos que se volvieran después del desfile de carnaval. Yo encantado de que no se volviera nunca.
Pero ella quería ver más de acá, además de mí. Ella llegaba a Villa Estúpida para una experiencia exótica, total, compleja, indescriptible. Así que le dije de llevarla para las rocas y ver Villa Estúpida desde allí. Y nos fuimos los tres en una marcha en la que íbamos perdiendo gravedad progresivamente y los pasos se iban haciendo cada vez más altos y más largos y al final parecíamos impalas.
Al llegar a Canelones, por poco nos damos de frente contra un camión que venía calzado (segundo vértigo), lleno de murguistas cantando contra el barrio negro.
Seguimos bajando en nuestro camino marcado por las luces mortecinas que salían de los balcones abiertos como grandes mandíbulas, grotescas y derruidas, mientras veía atrás de nosotros el pelo dorado de SALE desgranándose como un mikado que dibujaba la estela de nuestro trayecto sin tocar nunca el piso ni los árboles ni los cables, como un dragón volando. La estela dorada iba rematada por la oscuridad semiesférica de la presencia que parecía divertirse con nosotros.

En la costa, la oscuridad se volvió profunda y metafísica. A lo lejos, se veían las luces de los barcos quietos sobre el agua quieta y luego otras luces más bajas que iban y venían. Eran las luces de las patrullas —alguna sería la de LaC, que estaría esperándome nerviosa, poseída de un terror que tenía la forma de mi silueta vacía.
SALE quedó fascinada por el silencio súbito después del fragor de la bajada, del segundo vértigo frente al camión y de los saltos casi ingrávidos y hundió sus pies descalzos en la arena blanda y fría mirando desde abajo los pedazos enormes de la calle, pulidos por el mar en grandes bloques que se confundían con las rocas del basalto que nos sostiene flotando sobre esta gran esfera de magma.
En algún lugar percibí cierta desazón en ella o la imaginé o me anticipé ansiosamente y la abracé. Y cuando estuvo así, entre mis brazos, pequeña y prolija como un pájaro, la besé en la cara, pero reprimí el deseo de tocar su boca con la mía, avergonzado sin saber por qué, como si no la mereciera, y la invité a visitar mi lugar favorito.

El edificio está cerca del agua y es el más alto que sobrevive así, abandonado hace siglos antes de ser terminado. Hay que llegar entre unos juncales más altos que una persona y por unos caminos serpenteados que conozco de memoria y que la luna, menguada y recién salida, iluminaba haciéndole brillar las puntas lustrosas, las curvas de los tallos que se movían con la brisa y que me recordaban la cercana pleamar.
Miré brevemente hacia atrás imaginando que escapaba de algo. Y esta imaginación fue recibida por la presencia benéfica que nos acompañaba, porque el juncal se movió de pronto, todo a un tiempo, como si lo estuvieran peinando y me apaciguó.
Recién ahora puedo saber que, en aquel momento, ya no pensaba en LaC sino que sólo había sentido el reflejo de un lejano miedo, porque ya sabía que LaC iba a fracasar, más bien que ya había fracasado en su intento por retenerme, porque todo se iba constelando para protegerme desde todos los rincones del cosmos y de lo más profundo de mí.

Mientras subíamos la escalera del edificio — buscando el ritmo mecánico para llegar arriba sin quedar exhaustos— iba viendo el agujero del mar de un lado y el resplandor abarcador de Villa Estúpida del otro, porque no había paredes y porque mirábamos alternativamente a un lado y al otro al doblar en los descansos y en cada uno de los pisos, algunos de ellos con matas de pajas bravas en los bordes donde unos penachos cabeceaban quietos al abismo.
Es probable que el edificio mostrara señales de haber sido habitado, es probable que hubiera, aquí y allá, restos, deshechos, detritus, quizá esqueletos, pero yo no los veía y nunca busqué verlos porque mi exploración cotidiana al edificio sólo tenía como objeto contemplar desde arriba a Villa Estúpida lamentarse en su propia agonía. Y esta vez quería verla en esa única noche de alegría, en el sueño de su cumbia cansada, en su luz excepcional. Y sabía que aquello iba a ser un recuerdo que SALE se iba a llevar como un gran error, porque se iba a ir pensando que Villa Estúpida era así todas las noches y así seguramente se lo iba a contar a sus amigas argenchinas.

Cuando llegamos a la azotea, el cielo no estaba allí, porque arriba de nosotros no había nada, salvo la presencia a un costado, que flotaba cerca del borde del edificio hacia el mar, en otra de sus introspecciones, mientras SALE, deslumbrada, hipnotizada de ver a Villa Estúpida a sus pies, se acercó demasiado rápidamente al borde que daba a la ciudad y luego se dio vuelta con los talones al ras del vacío como hacen los clavadistas (tercer vértigo) y entonces me miró con lágrimas en los ojos. Luego se acercó a mí tapando su cara imponente con sus manos traslúcidas sollozando de alegría y me abrazó y empezamos a mirar todo alrededor girando lentamente como un solo faro.

Al sur estaba el mar quieto como un espejo, como un charco inmenso reflejando la luna empañada por detrás de unas nubes cuarteadas de tajos violetas como laceraciones que, a su vez, iluminaban las crestas alboradas de las tierras polares recortadas sobre el horizonte. Y aunque SALE no lo veía, yo le contaba que, muy apenas, bajo la superficie del agua, resoplaban las ballenas respirando un momento antes de bajar a cantarle a los mardefondos las canciones de la última temporada, canciones que hablaban, en melodías interminables, sobre sus callos blancos y simétricos que coronan sus quijadas francas donde viven colonias de balanos, mejillones y algas tentaculares que recorren el mundo azarosa y obstinadamente.
Al Este no había nada.
Al Norte, Villa Estúpida guardaba con celo su noche de fiesta, toda oscura con el centro de luz como un trofeo inmerecido, como un botín, como un robo, y luego unas lucecitas iban languideciendo hacia la periferia como los residuos de una onda expansiva que terminaba demasiado pronto, apagando todas las buenas intenciones, toda la alegría y la paz de espíritu. Y aunque no se veía desde ahí, le conté a SALE que, donde empezaba la oscuridad, había animales en dos pies que vivían adentro de los árboles huecos, y niños zombies y bestias macrocéfalas con ojos de insecto y ratas grandes como perros. Luego empezaba una espectral pradera, toda salpicada de rocío y de pequeñas fogatas de especies nuevas y reducidas y la pradera seguía y seguía hasta perderse debajo de los nubarrones pesados que salían de la selva brumosa y negra.
Al Oeste, la bahía estaba cerrada al mar por el resto gigante de OSMABA, que aplastaba el cerro de un lado y la península del otro y dejando, de un lado, un lago ahogado y tapado de humedales y mosquitos gigantes tan bien fotografiados por los turistas del horror.
Fue mirando la península aplastada por OSMABA que SALE me preguntó dónde vivía yo. Le señalé justamente adonde estábamos mirando.
“Mirá —le digo—, ¿ves esa pared gigante y oscura?” Era la base de OSMABA, que estaba a la sombra de la luna. No podía no verla, pero esperé a que respondiera sólo porque quería escucharle la voz.
“Msé”, me dijo.
“Bueno, en línea recta hacia acá, ¿ves el templo, ves ese triángulo negro? Esas franjas son las columnas del templo”.
“¿Y?”.
“Bueno, yo vivo en ese edificio, el que está en el medio. Si ves bien, son tres pisos”.
Descontaba que no iba a ver nada, pero entonces me preguntó:
“¿Aquél? ¿El trash-decó?”, y señaló con su brazo transparente el edificio de mi casa.
“Msé”, le digo.
“¡Qué divino!”
Entonces le hice recorrer la vista más allá del cerro, donde empezaba un campo verde que seguía, todo igual, hasta llegar a la cordillera, que se levantaba como una ola blanca y paralizada esperando el próximo cataclismo.

Como seguimos girando en el lugar, llegamos de nuevo a mirar al Sur. Entonces nuestros pies se quedaron fijos en la abandonada planchada mientras nuestros cuerpos siguieron girando, girando y girando y se fundieron en un solo abrazo helicoidal, en el contacto más íntimo que pueda concebirse. (La presencia se había retirado discretamente a alguno de los pisos de abajo).
De mi parte, puedo decir que fue como habitar una ostra, toda llena de perlas.

Recuperados de la consumación que iniciaba la eternidad de nuestra unión, empezamos a bajar los pisos mientras yo le describía algunos capítulos de mi vida haciendo amplias elipsis que la presencia lograba completar con su acertada imaginación y que le transmitía a SALE con bastante fidelidad a los hechos reales, es decir, si toda la información que yo tenía era 10, yo le decía a SALE sólo 1, pero la presencia lograba hacerle llegar 5, y al final SALE tuvo una idea aproximada de mi ridícula vida, de mi semicautivero, de la fragilidad absurda de LaC, de mi decisión de abandonar mi esclavitud y de huir de Villa Estúpida y desaparecer momentáneamente hasta encontrarme a salvo para poder cruzar oportunamente a Argenchina.
De momento, no podría tomarme el barco con SALE, porque seguramente iban a ser interceptados por la patrulla de LaC, que les iba a pedir una coima para dejarlos pasar, y era probable que ella misma me encontrara, con su horrible linterna.

La acompañé hasta el muelle de hormigón. Ya habían llegado algunos argenchinos en pedo cantando sambas y alguno que otro vomitaba contra una antigua palmera.
Ayudé al dueño del barco a subir a los más borrachos, que fueron maniatados por SALE y el hombre, y enmudecidos luego con una cinta pato en la boca. Era por la seguridad de ellos, porque procuraban no ser interceptados por las patrullas si avanzaban con las luces apagadas y en silencio, porque generalmente los argenchinos volvían cantando a los gritos en el bote, a veces alguno quería volver a Villa Estúpida como si hubiera olvidado algo y otra vez hasta se habían ido a las manos con el dueño del barco.
Se ve que uno de los argenchinos maniatados  era un amigo de SALE porque, en un momento, ella le despegó la cinta de la boca y le preguntó si quería un faso. El tipo le dijo que sí y ella le prendió uno y le hizo dar pitadas mientras le sostenía el cigarro. Cada tanto ella también pitaba.
La escena me hizo llenar los ojos de lágrimas porque me di cuenta de que yo quería estar ahí, en el lugar del argenchino maniatado, porque él se iba a ir con ella y yo no.
Ella se dio cuenta de lo que me pasaba y también se puso a llorar. No lloraba por ella, no lloraba porque fuera a extrañarme ni porque viviera eventualmente sometida o sodomizada por nadie sino que estaba llorando por mi incertidumbre, por lo que me podía pasar a mí, porque lloraba por mí. Y se puso a llorar más fuerte que yo. Entonces yo no podía llorar por mí porque ella ya lo estaba haciendo y entonces más ganas me daban de llorar.
SALE no le sacaba el cigarro de la boca al argenchino y el tipo empezó a toser.
Y el barco despegó del muelle y nos quedamos así, viéndonos los dos en lágrimas como la última imagen de ambos desapareciendo en la oscuridad, mientras las luces de las patrullas iban de un lado para el otro entre la costa y el horizonte.

Sunday, September 22, 2013

Asfalto










39. "(...)ustedes sean astutos como serpientes, sencillos como palomas"
Jesús el Nazareno en el Evangelio de Santo Tomás



Un aullido invoca al caos
todo está librado al ansia
justicia justicia justicia
amor babeante
pelear con las armas que hay
bailar en un cuarto, al mediodía con la ventana abierta,
justicia justicia justicia
amor lacerante
sirenas y palomas
halcones y tullidos
vamos, que no falte dinero
que no sobre nada de nada
nadie ha sido invitado, nadie
todos venimos igual a robar lo nuestro
alguna promesa
"nadie que tenga una lampara
la va a esconder bajo de la cama"
justicia justicia justicia
amor estridente.
Tenemos luces, asfalto, basura, hijos
pasta de dientes, internet
pero falta.
Y - que no se note -
el cuchillo bajo el poncho
o la lengua
tranquilos, confiados
pero ardiendo
la miseria, un espejo pervertido.
Derramando agua y leche
comiendo nueces y dulces
gime loca loca loca la felicidad!
gime antes de ser cogida, aúlla, ríe y llora
justicia justicia justicia
amor despejado

Sunday, September 8, 2013

El Horror

Siria
la guerra
la perversidad de la especie

Unas palabras desde allá:

Publicamos a continuación una carta que las cuatro monjas trapenses han enviado al sitio OraProSiria. Las cuatro religiosas viven en el monasterio cisterciense situado en la cima de una colina, en una aldea maronita, en la frontera con el Líbano, entre Homs y Tartous:

"Hoy no tenemos palabras, si no las de los salmos que la oración litúrgica pone en nuestros labios en estos días: «Reprime a la Fiera del Cañaveral, a la banda de los Toros, a los Novillos de los pueblos… oh Dios desbarata a los pueblos belicosos…». «Que el Señor se ha asomado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los lamentos de los cautivos y librar a los condenados a muerte»… «Escucha, Dios, mi voz que se queja, protege mi vida del terrible enemigo; escóndeme de la conjura de los perversos, del tumulto de los malhechores, que afilan la lengua como un puñal y asestan las flechas, palabras hirientes… Aseguran el delito, proponen esconder trampas y dicen: “¿Quién lo verá? Traman crímenes, ocultan la trama tramada. El los escruta, aquel que escruta lo íntimo del hombre, el corazón profundo”. Alabad a mi Dios con tamboriles, elevad cantos al Señor con címbalos, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su Nombre. PORQUE EL SEÑOR ES UN DIOS QUEBRANTADOR DE GUERRAS. “Tú eres grande, Señor, eres glorioso, admirable en poder e insuperable!».

Miramos a la gente de nuestro alrededor, a nuestros obreros que han venido a trabajar todos, inciertos, atónitos: «Han decidido atacarnos». Hoy hemos ido a Tartous… sentíamos la rabia, la impotencia, la incapacidad de darle un sentido a todo esto: la gente intenta trabajar, como puede, vivir normalmente. Se ve a los campesinos regar sus campos; a los padres comprar los cuadernos para las escuelas, que están a punto de empezar; a los niños pedir, ignorantes, un juguete o un helado… se ve a los pobres, tantos, que intentan conseguir alguna moneda, las calles llenas de refugiados “internos” de Siria, llegados desde todas partes a la única zona que aún queda relativamente vivible… miras la belleza de estas colinas, la sonrisa de la gente, la mirada buena de un muchacho que está a punto de alistarse, y nos regala dos o tres cacahuetes americanos que tiene en el bolsillo, sólo para “sentirse juntos”… Y piensas que mañana han decidido bombardearnos… Así.  Porque “es hora de hacer algo”, así se lee en las declaraciones de los hombres importantes, que mañana beberán su te mirando en la televisión la eficacia de su intervención humanitaria… ¿Mañana nos harán respirar los gases tóxicos de los depósitos bombardeados, para castigarnos de los gases que ya hemos respirado?


La gente, aquí, delante de la televisión, con los ojos y los oídos atentos: ¡¡«Se espera una palabra de Obama»!! ¿Una palabra de Obama? El premio Nobel de la Paz, ¿hará caer sobre nosotros su sentencia de guerra? ¿Más allá de toda justicia, del sentido común, de toda misericordia, de toda humildad, de toda sabiduría?


Habla el Papa, hablan los Patriarcas y los obispos, hablan innumerables testigos, hablan analistas y personas de experiencia, hablan incluso los opositores al régimen… ¿Y todos nosotros estamos aquí, esperando una sola palabra del gran Obama? Y si no fuera él, sería otro, éste no es el problema. No se trata de él, no es él “el grande”, sino el Maligno que en estos tiempo está verdaderamente muy activo.


El problema es que se ha convertido en algo fácil contrabandear la mentira con la nobleza, los intereses más despiadados como una búsqueda de justicia, la necesidad de protagonismo y de poder como “la responsabilidad moral de no cerrar los ojos”… Y a pesar de todas nuestras globalizaciones y fuentes de información, parece que nada puede ser verificado, que no existe un mínimo de verdad objetiva… Es decir, no se quiere que ésta exista; porque en cambio, una verdad existe y los hombres honestos pueden encontrarla, buscándola verdaderamente juntos, si no se lo impidiesen los que tienen otros intereses.


Hay algo que no funciona y es algo grave… porque la consecuencia es la vida de un pueblo. Es la sangre que llena nuestras calles, nuestros ojos, nuestro corazón.


Pero ahora, ¿para qué sirven ya las palabras? Una nación destruida, generaciones de jóvenes exterminados, niños que crecen con las armas en la mano, mujeres que se han quedado solas, a menudo objeto de varios tipos de violencia… destruidas las familias, las tradiciones, los edificios religiosos, los monumentos que contaban y conservaban la historia y, por tanto, las raíces de un pueblo…


Mañana, por tanto, (¿o el domingo? qué amabilidad la suya…) más sangre.


Nosotros, como cristianos, podemos al menos ofrecerla a la misericordia de Dios, unirla a la sangre de Cristo que en todos aquellos que sufren lleva a cumplimiento la redención del mundo. Intentan asesinar la esperanza, pero nosotros debemos resistir a esto con todas nuestras fuerzas.


A quien sienta verdadero amor hacia Siria (hacia el hombre, hacia la verdad…) pedimos mucha oración… mucha, preocupada, valiente…"




Las hermanas trapenses
da ‘Azeir – Siria, 29 de agosto de 2013
Traducción de Helena Faccia Serrano



y suena:

Wednesday, August 28, 2013

Abombado
Adoquín
Alcahuete
Alma podrida
Amarrete
Arrastrado
Atorrante
Atrofiado
Babieca
Badulaque
Bala
Balín
Banana
Barriga fría
Batilana
Belinún
Begerto
Botarate
Berreta
Bichicome
Bobalicón
Bobeta
Bobo alegre
Bobo atómico
Bolas tristes
Bolas chatas
Bolsa de pedos
Botón
Bueno para nada
Buenas noches
Burro
Calavera
Camandulero
Careta
Carlitos
Cernícalo
Cortamambo
Culorroto
Chanta
Chantapufi
Chupamedias
Cretino
Degenerado
Enfermo
Facineroso
Fayuto
Forro
Fúlmine
Gandul
Ganso
Garronero
Gil
Gil a cuadros
Gil de goma
Gilún
Grasa
Grasún
Guaso
Haragán
Hinchabolas
Histérico
Huevo
Imbécil
Imbancable
Infeliz
Infumable
Inútil
Jetón
Jodedor
Jodido
Loquito
Llorón
Malandra
Malcogido
Malparido
Manguero
Manteca
Marmota
Mema
Mentecato
Mequetrefe
Mercachifle
Meterete
Muerto de hambre
Mugre
Mugriento
Mulero
Nabo
Nabo atómico
Ortiba
Otario
Pajarón
Palangana
Pánfilo
Papa frita
Papanatas
Paparulo
Papelonero
Paquero
Pasmado
Patán
Pavo
Payaso
Pazguato
Pecho frío
Pelandrún
Pendejo
Pendex
Pichi
Pollerudo
Rana
Rasca
Rata
Retardado
Reventado
Rompehuevos
Ridículo
Sabandija
Salame
Taimado
Tarado
Tarambana
Tarugo
Tarúpido
Tilingo
Tragasables
Tránsfuga
Trompeta
Tronco
Trucho
Turro
Vagoneta
Veleta
Vendehumo
Vendido
Yeta
Zampabolla
Zángano
Zanguango
Zapallo
Zaparrastroso
Zopenco
Zorete
Zorongo
Zorro