Friday, April 27, 2012

2 Ciudades de inteligencia táctica

Dos ciudades
dos inteligencias
a aprender:
San Francisco y su "Urbanismo Táctico" para una ciudad mas vivible, disfrutable, no se pierdan los Troleys (tirados a la basura por nuestra concepción de progreso) y los tranvías (idem 50 años antes).


Medellín y la inteligencia en el Transporte


Hay oportunidades, hay de donde aprender.
El tema es encontrarle la vuelta táctica.

Videos obtenidos en http://www.streetfilms.org - suscríbase.


Encendamos las Luces que acechan


Tuesday, April 24, 2012




(gentilezas de FM)

Saturday, April 21, 2012

Recuerdos de Nébula (Loving the Alien)


Después de los hermosos días que vivimos juntos en abducción, te fuiste en tu brillante nave metálica y circular.
Como detener esta pena...
Tus seis tentáculos suaves, tus tres bocas ansiosas, tus innumerables tajos, oquedades del placer y ese ojo interminable y púrpura.
Vuelve...
Vuelve con tu vientre gomoso, húmedo y cálido, con tu murmullo, gemir babeante y los polvos que te trasmutaban finalmente a una gelatina verdosa en la cama ingrávida.
Vuelve con esas lenguas, que metidas en mis oídos, me llevaban al Eden y me hacían temblar por horas con las piernas en el aire.
Ven...
Vamos en tu nave a la oscuridad estelar, mientras me envuelves en las innumerables tetas suaves, de areolas y pezones turgentes que emergen de tu cuerpo magenta brillante, sin cesar y me adsorben a  profundidades líquidas de tu éxtasis.
Oh, vuelve...






(primeramente elaborado en Twitter @jnt_kdvr)

Wednesday, April 18, 2012

Sueños de Planificador



A los infames que blandiendo inefables títulos,
Programitas 3D, esquemas, maquetas, cálculos, sonrisas, suficiencia
anunciamos el fin de sus sueños (y nuestras pesadillas)



Letting loose the lunatics - wasn't the greatest of ideas
Giving them plans and money to squander -
Should have been the worst of our fears
The dream life luxury living was a pleasant No. 10 whim,
But somewhere down the line of production
They left out human beings

They were gonna build communities
It was going to be pie in the sky -
But the piss stench hallways and broken down lifts
Say the planners dream went wrong

If people were made to live in boxes
God would have given them string
To tie around their selves at bed time
And stop their dreams falling through the ceiling

And the public school boy computers -
Keep spewing out our future -
The house in the country designs the 14th floor
Old Mrs. Smith don't get out much more -
Coitus interruptus 'cause of next doors rows
Your washing gets nicked when the lights go out -
Baby's scream in the nightmare throng
But planners just get embarrassed when their plans GO WRONG!
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Sunday, April 15, 2012

DESTRUCCIÓN (2)

OBITUARIO Y CONSTATACIÓN DEL DESIERTO

Montevideo, 15 de abril de 1901

Luego de prolongada ausencia de los cafés montevideanos, Destrucción vuelve a cargar su implacable maza sobre el vidrio sucio de la hipocresía toda de Doctores y Funcionarios que hoy aspiran, como se aspira el mismo aire, a las palmas victoriosas, al aplauso exagerado desde los balcones del Solís, a la conversación paternal con los lustrabotas de Plaza Independencia; que disimula el odio a todos quienes no pertenecen a su clase consabidamente inepta, torpe y haragana. Destrucción vuelve al ruedo en momentos en que la aldea muge la “desaparición física”, según se viene leyendo, de Don José Enrique Redondo, “nuestra más grande luminaria”, agregan los obedientes voluntarios, y con razón.
Redondo, Redondo y Redondo... Adonde vamos escuchamos su nombre con oportunidad: en el Ateneo, en las aulas, en las reuniones forenses, en los corredores de LA BIBLIOTECA que DE PRONTO, se ha convertido en sepulcro egipcio, porque con sólo pronunciar la erre infernal el obediente baja los ojos en reverencia al Maestro como si el difunto todavía estuviera en alguna pieza contigua concentrado quién sabe en qué maravilla y dejando a los recién llegados que no merecieron conocerlo todo el mal humor imaginable, todo el empacamiento que el ser humano es capaz de concebir adentro de los abotonados chalecos de estos empingorotados ujieres.
Y nada más opuesto a Redondo que el “rodar”, nada más lejano a Redondo que la mismísima rueda. Lamentablemente esto no significó que no avanzara Redondo en alguna dirección (que no es lo mismo que avanzar en un “sentido”) como un gran cubo de granito, como un bloque de aristas partidas de tanto darle y darle. Y he aquí el primer gran atributo, señores, su escasa velocidad. Diríase que el pensamiento, la “línea” de Redondo se movió apenas por la inercia que heredaba de sus mayores que nunca tuvieron conocimiento de su hijo adoptivo, por lo tanto sin proponer nada realmente novedoso, ni siquiera el manido continentalismo sabemos que le pertenece. Simplemente él había captado como por una telepatía asaz rudimentaria una Idea de otros —de un Martínez Hoyos digamos, pensemos en un Pérez Concha— ejemplos que han construido una alegoría americanista en el primer caso más confundida que confusa y sin duda raquítica en el segundo, pero al menos inspirados ambos en la misma realidad subtropical, más honestos y cercanos al Mundo que los corredores de la Biblioteca Pública por donde se paseó mucho más de la cuenta el insigne Don José Enrique Redondo. Y pensemos que cuando ensoñaba un paraíso de libertades griegas, de disciplinas espirituales, de emociones euclidianas, el hombre era incapaz de tomarse un tranvía ¡porque no se animaba a bajarse del vehículo en movimiento!
Entonces esto es un obituario y una constatación del desierto. Porque admitamos que fue y será el único en su humanoide especie literaria. Porque el pobre Redondo procuró a lo largo de su vida no ser molestado en su interés por Algo. Al menos el largo bostezo que constituye su terca obra y carrera no ha sido, debemos reconocer, mero alarde de protagonismo y reconozcamos que su capacidad de aislamiento enfermizo y persecutorio de este mundo fue también el logro de un empecinamiento suprahumano en ese sentido, es decir de su labor bibliotecaria policíaca, de su rastrillo incansable por las manoseadas fichas de sus archivos, del robo de ejemplares censurados para esconderlos en su brumosa biblioteca privada.
Dicen las malas lenguas que leía en secreto a los decadentes y que lloraba como un perro herido los caminos que no se atrevió a caminar porque nunca fue capaz de descubrirlos. Entonces reconozcamos una honestidad, ofrezcámosle el beneficio de la duda, pensemos incluso que algo del mundanal camoatí donde vivimos fue calando en su cerebro fofo, huraño y fatigado y perdonémosle, dejemos por un momento que las rachas de viento de sus Renanes y sus mal digeridos Rouchefoualdes traigan consigo un hálito de angustiada lucidez aunque fuera para reconocer la dimensión de su fracaso. En fin, distingamos, después de la disipación del humo, unas formas negras que se mueven reptando con lentitud entre las tunas cuando cae el sol, con cierto ocasional temblor, y detectemos a sus acólitos, a sus infatigables imitadores, a sus rasputines sin barba que se retorcieron en elogios durante los paseos matinales del Maestro entre las columnas dóricas de su pensamiento que no confesaba, ay, su predilección por los vapores de los baños donde soñaba con filosofar.
El problema de Redondo no fue tanto él mismo sino todos los redondinos, así como el mal de Wagner no fue él sino todos sus abonados al gallinero, como si se tratara de una nueva religión, de una filosofía moral del arte, de un dogma que propugnaba anatemas en todas direcciones. Fue en su velorio en la calle San José donde pude encontrar a varias de las estampitas repetidas de sus incondicionales alcahuetes, cagatintas y correveidiles cajetillas que han sabido construir su pobre nombre en base a la reverencia esclava. Entonces me pregunto, ¿cómo es esto posible?, ¿qué extraño mecanismo del pensamiento colectivo habilita esta aberración filosófica que va tallando en un bloque de jabón el perfil del personaje que no resistiría ni las lluvias ni el lavado? Sobre esto hablaremos, a lo mejor, en nuestro próximo opúsculo.
Pero no nos cansaremos de decir que Don José Enrique Redondo, oriental, sin amores conocidos, sin educación notoria, dotado de una capacidad para enhebrar una palabra tras otra como en un collar de fideos, no fue sino el único ejemplar de una especie que deja para la posteridad y para nuestro horror algo así como un alimento seco, como una ración para aves a nuestra famélica aldea intelectual. Con la desaparición de Don José Enrique Redondo y su soporífera obra no quedan en la ciudad ni rivales ni herederos y todo nuestro espíritu de grandeza que alguna vez aspiramos a obtener desde la retaguardia bosteada de un malón perdido en su propia polvareda, será aplastado definitivamente por los zapatos nuevos y lustrados que aprendieron a esquivar las calles de macadam, porque los brutos, guiados por sus eternas prevenciones, también han adquirido sus mañas, sus caprichos y sus lujos desopilantes.
    Será hasta la próxima.


Tuesday, April 10, 2012

DESTRUCCIÓN (1)

EDITORIAL
Montevideo, 15 de marzo de 1901

Soy linotipista y tanto tecleo vigorosamente como cargo cien cajones de plomo al día. Al calor de estas máquinas, debajo de esta visera, en la fundición de la sabiduría, mis máquinas de hierro han iniciado la revolución implacable, la de la de la de la palabra y la acción, ese encuentro fortuito, ese chisporreteo de luz en el túnel del tiempo, fogonazo donde sólo divisamos que, en fin, no tiene fin. Movimiento, liberación, calor, hornos y hierro fundido incandescente. Grúas, puentes giratorios, cruzando de a saltos los bañados dispersos de esta húmeda comarca.
Explicaba el doctor Manguel en el muy triste Ateneo la otra noche (esto no lo vi, me lo contaron) textualmente: “hemos  de triunfar sobre la naturaleza”. Me dicen que bajaba la cabeza, contrito, y que con una mano se atusaba las libias con los dedos. El doctor Manguel no entiende, ni va a entender, que la pelea con la naturaleza ya está perdida. Y no olvidemos, por favor: la ciudad termina en el arrabal, adonde vamos con una joven amiga en cada brazo a decorarlo de tango en las noches en pedo, cuando allí luchan por comerse los unos a otros y lanzar carcajadas sin dientes y sin amor y sin nada. Sólo porque el mundo es redondo.
Se me preguntará: ¿hacia dónde me dirijo? Estimados lectores, una reflexión previa a modo de obertura: la disociación horrible que padecemos actualmente por el mero hecho de compararlo todo, de la acción y la reacción, es el viejo asunto de trabajadores manuales versus intelectuales. Pensemos en esto algún momento y, sin ánimo de poner a Nietzsche como ejemplo, recordemos su empecinado escarbar en la moral a la manera de los ríos perforando la roca viva. Y este escarbar, es cierto, se presentó dirigido al descubrimiento de un humanismo extremo o superhumanismo (aquí COMENZARIA nuestra banda sonora), pero…
Se me preguntará entonces por mis influencias literarias, por mis numerosas colaboraciones en opúsculos, por mi participación nada celebrada en cenáculos, mis días de café y mis discursos arriba de la mesa. Es entonces que, harto de andar para aquí y para allá colaborando en volantes y libelos, presento Destrucción, mi propio opúsculo anárquico individualista, por lo cual se entiende que seré el director, editor, redactor, impresor y distribuidor.
Destrucción comienza a publicar artículos sobre la cultura, el arte y la naturaleza sin perder su agenda de actualidad, es decir sin perder la crítica destructiva sobre obras de teatro, exposiciones de pintura y escultura que ocurren en nuestra ciudad e incluso, como novedad exclusiva, artículos de información sobre la vida y las reflexiones de los artistas, en pocas palabras, con amenidad y claridad. La amenidad no resta a una buena educación sino que, por el contrario, suma. Au revoir!

Wednesday, April 4, 2012

felices pascuas, evangelistas!

La nueva estrella del firmamento argentino


y un poco de horror-hop