Monday, October 27, 2008

Como en el cielo


—Este tipo dice que no se necesita de grandes experiencias en la vida para escribir bien. También está en contra de las drogas en la creación, porque dice que te bloquean. Que todo estupefaciente es bloqueo creativo. Que no fluís. Punto.
—Nada que ver. Es una idea completamente moral sobre el arte, es vomitivo.
—Pero si no fuera moral, ¿qué sería entonces? El arte...
—No sigas. Otra vez no.
—¿La pudrí?
—Sí.
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—Bueno, te puedo contar algo que me pasó. Hace unos días, cuando venía del laundry.
—Preferentemente voy los jueves. Así tengo ropa limpia para el fin de semana: desde l viernes hasta el picnic del domingo. A Estela y a mí nos gustan mucho los picnics. A mí me gusta jugar al freesbee. ¿Jugás al freesbee?
—No.
—Bueno, yo venía subiendo la escalera del laundry. Cuando voy saliendo, con la cabeza a la altura de la vereda pasa un negro y me da vuelta la cara de una patada, de punta, de botas el tipo. Completamente involuntario, pero me dio vuelta la cara, me hizo un corte afuera y también adentro de la boca, jodido. ¿Habrá un Rite Aid por acá?
—Creo que a dos cuadras.
—El tipo no sabía qué hacer. Y se ve que era buena gente, porque estaba realmente mal, pálido. Se sentía tan mal que me hizo pensar que el imbécil había sido yo, por haberle puesto la cara a la altura de los pies, imaginate. Me decía “sorry man, sorry much, man”. Todo bien, le dije. ¿Qué le iba a decir?
—¿Entonces?
—Entonces nada. Eso.
—Pensé que ibas a seguir.
—Bueno, sí. Antes me había pasado algo parecido. Porque es curioso como se repiten algunas cosas, como un patrón ¿no? Los mayas por ejemplo...
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—Bueno. Estaba nadando en una piscina de cincuenta metros. Esto era en 1993 y esa piscina ya no existe hoy, era la única de ese tamaño. Yo venía en crawl tranquilo, en la pileta 35. No 35 de crawl. Porque empiezo con 10 pecho, después 10 crawl, despues 10 espalda, despues 10 crawl de nuevo y al final 10 pecho de nuevo. Estaba en un gran momento, casi de relajación, de inercia propiamente. Y de repente me choco, muy pero muy fuerte, más fuerte que contra una pared. Un tipo venía pasando a otro y nos dimos de frente, con las cabezas. Es cierto, el vapor no dejaba ver, apenas un metro más adelante, dos quizás. Es increíble nadar bajo esa niebla... ¿Nunca fuiste a una piscina así? ¿Toda tapada de niebla?
—...
—Bueno, le dije que el error había sido de él. Y el tipo se sentía mal y no sabía qué hacer. Y el otro, el amigo de él, lo puteaba mal. Todos intentando flotar. El tipo reconocía su error, me decía: perdoname, perdoname por favor. Parecía buena gente y seguramente lo era. ¿Qué más le podía decir? No podía putearlo, ni se me ocurría. Pero entonces resulta que dos buenos tipos me partieron la cabeza dos veces y yo no hice nada, porque me parecieron buena gente.
—¿Te parecieron? ¿Entonces no eran?
—Creo que sí. Lo que quiero decir es esto: es increíble que dos buenas personas, o una, le pueda cagar la vida a otra y sea inocente. ¿No te parece horrible, no te parece que está mal?
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—Perdoname, pero ¿qué estamos escuchando?
—Teenage Fan Club.
—Mal nombre, ¿no? Suenan mejor que el nombre que tienen.
—El nombre no es nada. Fines de los 80. Siguen sacando discos. Glasgow creo. ¿Conocés Glasgow?
—Glasgow no. Pero conozco Liverpool. Deben ser parecidas. Y Blackpool.
—Bueno, todo el mundo debería conocer Blackpool.
—Conocerla sí. Pero volver...
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—Ayer me di cuenta de que hacía años no escuchaba un saxo. No me gustó nada el saxo. Hacía años que no escuchaba un puto saxo. Ojo, una bandita bastante cool, lindo el arreglito. Pero un saxo barítono, no way.
—Bueno, es obviamente un prejuicio tuyo.
—No, no es un prejuicio mío, es así. Un saxo es horrible en el 95% de los casos.
—Bueno, está bien. Parecería que el saxo, es cierto, ha pasado un poco de moda. Creo que la última vez que escuché un saxo como al que te referís fue en Dire Straits. El solo de saxo, el instrumento en alto, ese carraspeo final, qué horror. Tenés toda la razón. ¿No te parece que todos los saxofonistas tienen tiradores, que siempre llevan tiradores? Align Right
—Y un sombrero, algunos tienen un sombrero verde.
—Creo que estás hablando del saxofonista de Peter Gabriel. Ojo, Gabriel no jode tanto con el saxo.
—¿Un sombrero verde como de tirolés?
—Si me lo decís así, me cuesta imaginarlo, porque sólo puedo ver un tirolés. Le veo las bermudas altas, la medias altas también. ¿Cómo llegás a tirolés?
—Supongo que se nace. Podés llegar a ver muchos saxofonistas así. Debe haber cientos de tiroleses tocando el saxo.
—Cientos no, miles. Creo haber visto uno en la dolche vele... ¿Nunca viste televisión alemana?
—No mucho. Policiales sí. Pero eso que decís, no sé, lo veo más emparentado con la RAI, si me permitís, esas minas, esas coreografías.
—¿Qué me preguntaste recién?
—¿No te parece mal que alguien le cague la vida a otro y sea inocente?
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—Depende de lo que querés decir con “inocente”. Además en tu caso. El tuyo es un caso particular.
—Todos los casos son particulares.
—Te partieron la cara. Pero vos no estás seguro de que ellos hayan sido realmente inocentes. ¿No te vieron, ni por un momento? ¿No previeron nunca la situación?
—No. Creo que la magnitud de los dos accidentes los convierte, de acuerdo con tu sugerencia, en homicidas.
—Sí.
—En el primer caso creo que la culpa no fue toda del tipo. Puse la cara a la altura de los pies suyos, que es algo inusual.
—Todas las veredas de la ciudad tienen escaleras con basement. Todo el tiempo está subiendo y bajando gente. Yo diría que la culpa la tuvo el City Hall. No debería estar habilitada una escalera que permite que pongas la cara a la altura de los pies de nadie. Si le hacés un juicio, seguramente lo ganes. ¿No pensaste en eso? Tendrías que haber simulado una caída espectacular y no dejar que te moviera nadie de ahí, hasta que llegara una ambulancia. Si llega la ambulancia y vos seguís en el piso tenés muchas más chances de ganar el juicio, te sobran testigos.
—El más inocente de los dos es el negro. No pudo haberme visto. En el caso del otro, el tipo fue torpe y se hizo tanto daño él como yo.
—Ser torpe no lo exhime de responsabilidad.
—Calculó mal y se tiró a pasar al amigo. Pensó que me iba a ver desde más lejos.
—En algún punto no le importó si venía alguien.
—Le importó, pero calculó mal.
—No le importó lo suficiente. Es culpable.
—Sí, es culpable.
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—Ahora entiendo cuando comparaste la televisión alemana con la RAI. Hay más minas en la RAI.
—Bueno, sí, la televisión alemana es parecida a la RAI. Pero... ¿Viste el canal 47?
—Por suerte no, pero lo conozco.
—Hay un programa los domingos de noche que pasan desde Venezuela donde la gente va a cantar. A decir verdad, en los programas alemanes el público no sale a cantar mucho, pero es el mismo ambiente, la misma onda, entre profesional y aburrida, sobre todo muy barata. Una mezcla de formalidad extrema y culos al aire. Muy formal y muchos culos.
—¿Domingos a qué hora?
—Escuchá. El tipo habla de drogas. De drogas y creación.
—Te dije que no quería hablar de eso.
—Tenés que escuchar. Tenés que escuchar, por favor.
—“Del que se involucra con las drogas para realizar obra de arte se pueden afirmar dos cosas: que es adicto y que no es artista. Esto nos emparenta, lamentablemente, con la derivación angustiosa con que nos aburren los malos poetas. Incluso la poesía, que se sirve de la libre asociación, debe significar, en algún punto, un esfuerzo racional. Lo que estamos presenciando actualmente, es obvio, es la tendencia que consiste en creer que los pensamientos más abyectos suponen, por sí mismos, una verdad artística...”
—Basta.
—“...que los fracasos amorosos son motivos que no admiten crítica, que la estupidez emocional es garantía de sensibilidad fina. Estamos hartos de repetir, y no nos vamos a cansar de ello, que la elucubración estilística es una enfermedad, que es altamente contagiosa y que contra ella debe velar el crítico, salvaguarda del gusto racional y pilar fundamental de toda disciplina de arte, cualquiera que ella sea, desde la música sinfónica hasta el camafeísmo”.
—¿Terminaste?
—No, sigo después.
—No necesitaba que leyeras eso. Si hubiera querido, lo habría leído yo. Ya sabía que estaba ahí. Lo estaba leyendo antes de que vos llegaras y opté por no leerlo. Es muy importante saber lo que uno NO quiere leer.
—Qué raro...
— En otro momento lo habría leído, pero ahora...
—...
—Bueno, estoy escribeindo una novela
—¿Entonces?
—No quiero que nada me influya, necesito fluir libremente. Necesito escuchar historias a lo sumo, pero no quiero reflexionar sobre nada y menos sobre cómo escribir. Eso podría influir en mi creación de manera nefasta. Me condiciona. Además, para escribir dos palabras juntas, necesito fumar... Pero ya te digo, no quiero hablar de eso. Hay pensamientos que me condicionan la imaginación y éste es uno de ellos.
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—¿No te parece mal que alguien le cague la vida a alguien y sea inocente?
—No entiendo por qué te interesa tanto eso. No importa. Te partiste la cabeza dos veces, ya está, no pasó nada.
—Pero su hubiera pasado algo más grave...
—¿Decís una lesión importante, que hubieras sufrido lesiones con secuelas...?
—Más que eso. Olvidate de la pisicina, olvidate del negro, olvidate de todo lo que te conté.
—¿Te pasó algo, Derby?
—Bueno, esto sucedió unos años atrás. Poco antes de venirme, precisamente. Yo venía de una despedida que me hacían. Volvía a mi casa. ¿Te acordás del Pinar?
—Perfectamente. ¿Quién vive ahora?
—Unos amigos de unos amigos.
—Seguí.
—Serían las once de la noche. En realidad no había dormido en toda la noche anterior y había seguido de largo toda la tarde hasta la noche siguiente, serían las once. Ni me acuerdo donde estuve. Entonces venía muy despacio. Todo el camino desde la carretera hasta mi casa estaba tapado de pozos. Iba muy en pedo. Pero te juro que iba exactamente a veinte kilómetros, iba clavando la mirada en el cuentakilómetros, no quería pasarme de esa velocidad. Y di vuelta una esquina. Y la maté, a veinte kilómetros por hora la maté, no sé cómo habrá caído, a lo mejor sobre una piedra...
—¿Murió?
—Sí, fue sin querer. No tuve la culpa. Era imposible verla de noche...
—¿La conocías?
—Linda tipa. Me la crucé en la playa alguna vez.
—¿No hiciste nada?
—No, qué iba a hacer. Ya estaba muerta. No respiraba. No tenía pulso. Llamar una ambulancia era al pedo, a un patrullero ni se me ocurrió.
—¿No hiciste nada?
—La agarré de abajo de los brazos, la arrastré hasta el costado y la puse abajo de un árbol. Era como arrastrar un ciervo. La puse lo mejor que pude, arreglé un poco el pasto alrdedor. Y después me fui.
—¿No hiciste nada más?
—Bueno, ya te digo, ella ya estaba muerta.
—Igual. Tendrías que haber hecho algo.
—¿Qué iba a hacer? Ya estaba muerta.
—Buscar a la familia, buscar la casa...
—Ya estaba muerta.
— ...
—Además, estaba muy en pedo.
---
—Cuando me desperté al otro día, fui a buscarla y ya no estaba.
—¿No salió en ningún diario, en la tele?
—No sé, al otro día me tomaba el avión para acá. Nunca más supe nada, pero nunca me puedo olvidar. Pienso mucho en esto, a veces no duermo, tengo sueños, tengo remordimientos. Pienso que tenía que haber reaccionado de otra forma. Pero hice todo como algo natural, sólo la llevé hasta ahí. Estaba muy borracho.
--Entonces capaz que no pasó nada... capaz que se levantó y se fue.
--Perdoname que te pregunte, pero... puedo usar tu historia para mi novela?
—Preferiría que no.
—¿Por qué no? Cambio los nombres, los lugares, no te preocupes. Además mi novela transcurre en los ochenta. Nadie se daría cuenta.
—Te pediría que no.
—¿Por qué no?
—Porque sería aprovecharse de la muerte de una persona. La atropellé yo.
—Atropellan a todo el mundo todo el tiempo, lamentablemente. Además capaz que no pasó nada.
—Bueno, pero te enteraste porque me pasó a mí. Es algo que yo trato de recordar poco. Es algo que me pesa mucho.
—Bueno, mi literatura es algo que considero muy seriamente también. Es más. Realmente me duele lo que te pasó.
—No. Además, siempre hay alguien que relaciona esto con aquello y alguien se va a dar cuenta. Me van a hacer la denuncia, van a llamar a la Interpol, voy a ir en cana por omisión de asistencia.
—Bueno, no te olvides de que también soy periodista. Puedo invocar el anonimato de mi fuente. Puedo decir que en realidad usé un testimonio para una investigación en el pasado y que después no lo incluí.
—No.

Friday, October 17, 2008

Así en la tierra


There's another clear moral to this tale,
now that I think about it:
When you're dead, you're dead.
And yet another moral occurs to me now:
Make love when you can.
It´s good for you.
--

Eran las 2 AM, que es cuando más me gusta volar, cuando vuelvo a casa. A esa hora selecciono extrasensorialmente mis sonidos favoritos: las operadoras de los radiotaxis, los programas esotéricos de la radio, todas las tandas, los chistes de Landriscina, Corona y Capablanca, hasta los gritos ridículos de los evangelistas. Como en un paisaje interminable y profundo, oigo los timbres en las casas de huéspedes, los relojes de cocina, las canillas goteando.

Yo volaba escuchando todo esto hasta que me perdí en el éter, física y mentalmente, y estuve un rato así, como inconsciente. Entonces hice lo que hacía siempre. Doblé y volé hacia arriba repentinamente, con el puño en alto para cortar la humedad del aire, hasta que la mano empezó a congelarse y yo empezaba a respirar al doble de la velocidad por la falta de oxígeno. Entonces miré hacia abajo para orientarme.

Tomé como referencia el agujero negro gigante que es el Mercado Agrícola y sus inmediaciones, donde tantas veces tuve que intervenir directamente ante la solicitud de las fuerzas del orden, otras tantas para limitar sus excesos. Mi trabajo es difícil: soy superhéroe pero no puedo con todo.

Me fui dejando caer hacia Villa Muñoz, como siempre me gustaba hacerlo: en una curva amplia y progresivamente cerrada, hasta rematar en un giro violento que me dejó suspendido y vertical, a dos centímetros del piso, sobre el balconcito ochavado del apartamento de María Morena. Estuve unos segundos flotando y luego me posé sin un solo ruido —apenas el tremolar de la capa— sobre las baldosas del monolítico.

La luz del cuarto estaba prendida. Golpée el vidrio, pero nada.

A lo mejor estaba en el baño.

Pasé por arriba de la azotea hasta el pozo de aire y me acerqué a la banderola, de donde llegaba un vaho con olor a champú y al desodorante que usaba ella, se había bañado recién. Pero el baño estaba a oscuras, María Morena no estaba en la casa.
Desde el fondo del pozo de aire subía un aire frío con olor a tuco y caño, como a guiso recalentado, que consideré una señal funesta.

Seguramente estaba en el cyber de General Flores. Pero ya no podía usar mi percepción extrasensorial porque estaba agotado. Revolotée de una, hasta el cruce con Bulevar y quedé un rato suspendido, a unos treinta metros de altura, justo en el medio del cruce.

Estuve rígido ahí, como una estaca, como un símbolo, y luego me acerqué a una esquina bajando entre dos plátanos y agarrando la capa con las manos para no enredarme con las ramas.
El cyber hervía de gente y antes de entrar metí la capa por adentro del pantalón para no quedar pegado. Adentro olía mal.

Al fondo, iluminada de rojo por el monitor, chateaba María Morena.

Como si estuviera esperando a que yo entrara, no se inmutó al verme y siguió tecleando. No avancé, porque tampoco había lugar al lado de ella. Ella sabía que yo estaba ahí, no había nada que decir.
Compré un par de alfajores negros en la caja y empecé a comer uno mientras esperaba. Fue una mala idea, porque tenía la boca seca.

Al rato se levantó incómoda. Empujó a dos pibes que miraban porno, pasó al lado mío sin saludar, salió a la calle y se quedó parada con los brazos cruzados dándome la espalda. Pagué los diez minutos de chat y salí.

La tomé en brazos y volamos hasta el balcón. En todo el camino no me habló una palabra, miraba para otro lado. Estaba irritada y molesta y yo sabía porqué: hacía dos semanas que esperaba una respuesta mía a su ultimátum: la justicia social o ella. Y yo había elegido por ella, yo venía a decírselo. Pero era tarde.

En el cuarto saqué el otro alfajor y se lo di.
Ella lo agarró y lo tiró arriba de la cómoda y se volvió a cruzar de brazos. Quise envolverla en la capa, tirarnos envueltos en la cama como hacíamos siempre, pero se resistió. Yo insistí y me pegó unos bifes.
La agarré de los brazos, pero después di unos pasos atrás, porque estaba lastimándola. Usaba mis superpoderes sin darme cuenta.

Entonces me lo dijo, que no daba para más, que efectivamente ya no me quería, que habría querido quererme, pero que no podía. Me dijo más: que a esa altura le resultaba un superhéroe infumable.
Le dije que no le creía.

Entonces me clavó el cuchillo: me dijo que había conocido a otra persona.
Hice mal en reírme, pero fue de los nervios. Le pregunté quién era.

“Averigualo vos —me dijo— si sos tan telépata”, y se dio vuelta.
Fue la última vez que le vi la cara.

Me puse los dedos en las sienes y empecé a mirar en su mente. Entonces pude ver, surgiendo de la exhuberante selva mental de María Morena, al banana de Super Xangó.

Tuve una mezcla de furia y tristeza, de desesperación y resignación, que al final terminó con un malestar estomacal.
Le vomité todo el distribuidor, después quedé recostado contra una pared, luego fui deslizándome lentamente hasta quedar sentado en el piso.
Mientras caía, me iba viendo en el espejo del comedor: las manos agarradas a la cabeza, mi gran "a" plateada, arrugada sobre el pecho, la capa que iba quedando pegada contra una mancha de humedad en la pared.

Con mis últimas fuerzas me levanté, floté unos segundos delante de ella sin poder mirarla y salí al aire de la noche, en vuelo rasante, esquivando unas antenas de teléfonos móviles.

Thursday, October 9, 2008

La vuelta del aliado


IV

La furia de El Aliado era devastadora
toda Retrocedonia temblaba.
Su melena se sacudía a un lado y otro con violencia
golpeando con fuerza en el tajo, con lo que fuera.
Tomó primero la torre vidriada
y la hendió como una daga.

Somewhere over the rainbow
Blue birds fly
And the dreams that you dreamed of
Dreams really do come true ooh ooooh


Y la sostuvo como hacen los que carnean las ovejas
(dejando un ratito el cuchillo en la yugular,
sintiendo el temblor, el vacilar de la vida
comenzar por la punta y en el desliz del filo
y de la lana que se tiñe de rojo
y se traslada al cabo, a la mano
al cuerpo y al alma
mientras la pata loca se sacude
aferrándose al aire desesperado.

Someday I'll wish upon a star
Wake up where the clouds are far behind me
Where trouble melts like lemon drops
High above the chimney tops thats where you'll find me oh

Con un carguero gigantesco tiró la puerta
de la muralla y los edificios que daban a la plaza,
volaban palmeras y voló finalmente el Salvo
(aún se pueden ver los cuatro reactores
y la punta de la nave en la isla de Flores).
El agua de la bahía le daba a la cintura.

Well I see trees of green and Red roses too
I'll watch them bloom for me and you
And I think to myself
What a wonderful World

Finalmente con sus manos
separó la vieja ciudad del continente
tomándola por la grieta cavada en el tajo
en medio de las olas gigantescas
y una tormenta de sonido ensordecedora
salía de la boca oscura, aterradora
y la sangre de sus manos tiñó el río
y entró por los arroyos
y coaguló en las playas

Well I see skies of blue and I see clouds of white
And the brightness of dayI like the dark
and I think to myself
What a wonderful world


Avanzó sobre la vieja estación en ruinas
y comenzó a golpear con el puño
la gran torta de merengue
en medio del vacío de la muerte
y de la velocidad de la depravada avenida
y caían las piedras blancas y los ornamentos
mientras golpeaba como un martillo
hasta que cayeron sus manos astilladas entre las piedras

The colors of the rainbow so pretty in the sky
Are also on the faces of people passing by
I see friends shaking hands Saying
"How do you do?"
They're really saying, I... I love you
I hear babies cry and I watch them grow
They'll learn much more
Than we'll know
And I think to myself
What a wonderful world (w)oohoorld

Como un boxeador anonadado
miró sus muñones que chorreaban,
más que chorreaban se derretían
como barro que se va licuando
y sus gotas oscuras en el agua se volvían peces.

Otra vez miró al cielo, clamando
y alejándose de la ciudad
y todos (los que quedábamos)
mirábamos aterrados desde la ladera del cerro.

De pronto se volvió
y se lanzo abrazándolo todo.

Someday I'll wish upon a star
Wake up where the clouds are far behind me
Where trouble melts like lemon drops
High above the chimney top that's where you'll find me
Oh, Somewhere over the rainbow way up high
And the dream that you dare to, why, oh why can't I? I hiii?

Encendiéndose en una luz verde intensa
que antes de que tocara los edificios, las construcciones
cuando aún estaba suspendido en el aire
tornóse púrpura y luego se expandió
como un torrente iridiscente por las calles
hasta el último rincón de la bella Italia
de la villa de los dolores, del nuevo parís del bel vedere
de la punta de rieles (con sus calles de constelaciones)
y del paso del molino
y, en fin, de toda Retrocedonia.
y todo tomó un color tan intenso
tan luminoso que nos encegueció.
como mirar el sol.

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lo que sigue ocurrió antes, despues o no sé bien cuando pero está misteriosamente relacionado
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Cuando salí a la calle la gente comentaba
que todo volvería a ser como antes
y que todo estaba bien
y que la gran escenografía de edificios vacíos de la ciudad vieja
servía para películas de Hollywood
y eso era tener patrimonio
y en eso me llamó Astllr al celular (aunque él no usa)
me parece que habría que refundar esta ciudad, me dijo.

Yo volvía al cerro como en un ensueño
subía por Viacaba que luego se llama Avenida
José Batlle y Ordoñez, atraído por la nube,
que había visto desde la ruta,
se iba apoderando del Monte
y decía una pintada precaria en las rocas
de la cima de Precariopolis:
TURISTA: JESUS TE AMA

Y arriba de esas rocas habían los restos
de un ritual umbandista con copitas rojas chiquititas
con maíz adentro y adornitos de plástico
rojos y celestes y blancos y un ganso blanquísimo
en el medio de la escena

Y no creyendo que era un ganso
lo levanté con un palo
(mientras le contaba lo que veía a Astllr),

Tenia las puntas de las alas grises como las nubes
y del tajo que habían hecho para cortarle la cabeza
aún salía un fluido amarronado, medio ocre
como el lodo derretido del Aliado!

¡Me parece que ya lo hicieron, LA VOLVIERON A FUNDAR!!!!,
le grité a mi querido amigo
y tiré el celular a la mierda, colericamente resignado,
mientras el frio intenso de la nube tapaba
ocultaba toda la ciudad y la bahía
y una luz intensa y fría desde arriba me congelaba la nuca
y la sangre.

nota: los versos alternados en la primera parte del texto pertenecen a los temas
"somewhere over de rainbow" y "what a wonderful world" combinadas en la versión de
Israel Kamakawiwo Ole
..


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