Friday, May 25, 2012

"Las bodas" , ballet de Igor Stravinsky compuesto en 1923,
ya se había descolgado con la "consagración de la primavera" (1913),
pero esto me parece bellísimo...


Thursday, May 24, 2012

Monday, May 14, 2012

DESTRUCCIÓN (3)

No sólo la razón y el sistema (cartesiano) han liberado al arte de lo que tiene o tuvo de su aristos, también lo convierten en asunto de común conocimiento y satisfacción colectiva, en el caso en que estemos hablando de una mínima competencia. Así como las gentes comunes han accedido a lo que estuvo por siempre reservado a una aristocracia cultivada, hoy gozamos de una democratización indisimulable de bienes incalculables que las grandes masas, exponencialmente grandes, han visto como ascenso de su conocimiento general y de eso que algunos llaman “calidad de vida”. Por esta misma razón, la responsabilidad del artista es infinitamente mayor. Su arte se ha visto repartido y compartido aquí y allá y por lo tanto debe tener la modestia y el coraje, que tantas veces escasean, como para hacer de su obra un asunto de interés público, es decir entregar y facilitar su acceso sin que sienta menoscabo alguno en la tan loable tarea. Por estas razones afirmo que el crítico debe velar por la organización racional y debe aniquilar todo asomo de experimentación formal pues, como es sabido, sólo debemos experimentar en la sociedad misma y en las formas alternativas del vivir, de lo cual el arte es sólo una manifestación refleja, una conciliación, una resolución plástica de un problema insoluble, que se puede llegar a vivir, ay, intolerable. Esto, sin embargo, no es el centro de mi argumento sino sólo un preámbulo que está dando, digerido para ustedes, el corazón en llagas de mi posición revolucionaria. Aunque el arte existe, el arte es actualmente un fenómeno indistinguible, inesencial e intermitente, por lo cual se le deben adivinar comportamientos de repetición y continuidad que ya no dependen de la mano que le da de comer sino de la mirada del perro que aguarda. El desvelo interminable del poeta que prepara el mate en la tarde gris, con suerte avizorando una idea brumosa sobre la quieta bahía, representa todavía menos en los términos innegociables presentados por el mudo lector que va a ver lo único que quiere ver, pues lo que está buscando será la respuesta eventual al problema imposible de la última pelea con la suegra, de cómo esconder a una nueva amante, de cómo lograr un magro aumento de sueldo y, en fin, de cómo fracasar, acaso, en este caso. En otras palabras, el arte no significa nada enfrentado a la actividad de la demanda en los términos planteados por la desesperación de la oferta. No hay aquí un extremo más pobre que otro, pues sabemos también que los artistas, también, tenemos que comer. ¿Qué es hoy una buena oferta que no considera una estrategia de venta, un golpe de publicidad, un regurgitar incesante de jugos digestivos? Como preguntó el profesor Bartolache ayer mismo en el Polo Bamba en un sonado cuestionario a la marchanta: ¿existe una propensión a la difuminación de la voluntad creadora en un rocío de ínfimas opciones, de diminutas encrucijadas, de inquietas concentraciones de recuerdos y corroídos deseos? Lo mejor sería no aventurar respuesta alguna, no por temor a la interpretación, sino por tener la delicadeza, una vez avizorada momentáneamente una certeza, de seguir la marcha en busca de horizontes, morales dirán algunos, que nos reconcilien con la humanidad en el sentido más individual, mejor dicho más individualista, posible: nos mira un perro, nos mira una mosca, nos mira el deshumanizado mendigo con la cuenca negra de su mano. Dirán otros: hay tanto arte allí. Entonces yo pregunto, siguiendo con el profesor Bartolache: ¿haber roto al arte como molde perfecto de la vida, de Dios, de la naturaleza, no habrá hecho más que empobrecer la vida? Cuando digo empobrecer me refiero a insistir con asuntos trillados como la linealidad versus la circularidad del tiempo, por poner sólo un caso. El empobrecimiento no resulta más que de la comparación y Bartolache condenó palmariamente la comparación, la acusó de haber sido el Gran Error, el cual ¿coincide? con el nacimiento de lo que se llama comunmente “vida inteligente”, es decir, conciencia de sí mismo, compasión u homicidio. Bien y mal, sabemos de sobra, son la base de la comparación, y en el medio toda la justificación del atropello y de la mala educación. Como dijo el maravilloso amigo Vicente Rodríguez Casado desde la otra mesa y de quién hablaré en otra oportunidad: “Es horrible pero es así”.

Saturday, May 5, 2012

cada vez que te moriste

Cada vez que te morís
cada vez que te moriste
una desesperación
se gesta otra vez
con ese silencio
de las bombas
antes de llegar el ruido
con ese silencio
de los platos voladores
flotando encima de tu casa.

Cada vez que te morís
quiero alejarme
quiero tirarme contigo
por el balcón del miedo
sobre el océano de sombra
en una recta sola
que une a todos estos puntos
(alguna vez se unirán todos).

Cada vez que te morís
miro por la ventana
ver aparecer el Salvo imbécil
al perder los plátanos las hojas
y ver llegar un barco
a este puerto indiferente.

Cada vez que te morís
escribo un soneto de crueldad
descubro el reverso del arte
y me rasco la cabeza
y me subo la capucha
y veo el vapor salirme de la boca
al bajar hacia la rambla
para imaginar que vuelo un rato
por encima de las olas.

Cada vez que te morís
arrastro una puerta vieja
hasta el contenedor
una puerta abierta hasta el cansancio
por todos los demás, porque es así
cada vez que te morís:
un crédito de oscuridad
una caminata de espaldas
un derrame en escaleras
un estremecimiento
de los pozos de aire
de las fracturas de todas las veredas
que se parten y se parten y se parten
hasta alcanzar la playa
tantos metros más abajo.

Cada vez que te morís, tiemblo
y no es mi cuerpo
porque tiemblo con tu ánima
vuestra ánima
que habita momentáneamente
este edificio de libros
escritos por los muertos
en el 95% de los casos
y lo único que encuentro
al abrirlos
es un doblez lacerado
en una sola página
por siglos sin importancia
por siglos de trabajo
de jornadas
que perdurando se olvidan
entre gestos e ilusiones.

(Todo esto es nuestro
todas estas palabras
escritas con lapiceras nuevas
sin atraer nada
ni lo bueno ni lo malo
ni lo oscuro ni lo claro
ni lo nuevo ni lo viejo).

Cada vez que te morís
cada vez que te moriste
te pregunto
dónde estabas
qué te dijo la cara de la luna
iluminando cada vez
que te morías
cada una de estas azoteas
contra el cielo lejano
lejano hasta lo extranjero
lejano hasta lo incomprensible
tan estrellado
sin saber si fuiste vos
o quién de ustedes
nos dejaron.