Friday, May 27, 2011

Ese día...

there's bound to be a ghost at the back of your closet
no matter where you live.
there'll always be a few things, maybe several things
that you're going to find really difficult to forgive.

there's going to come a day when you feel better.
you'll rise up free and easy on that day.
and float from branch to branch,
lighter than the air.
just when that day is coming, who can say? who can say?

our mother has been absent ever since we founded rome.
but there's going to be a party when the wolf comes home.

were going to commandeer the local airwaves
to tell the neighbours whats been going on.
and they will shake their heads and wag their bony fingers
in all the wrong directions,
and by daybreak we'll be gone.

I'm going to get myself in fighting trim,
scope out every angle of unfair advantage.
I'm going to bribe the officials.
I'm going to kill all the judges.
it's going to take you people years to recover from all of the damage.

our mother has been absent ever since we founded rome.
but there's going to be a party when the wolf comes home.

go!


 the mountain goats

Monday, May 23, 2011

Vengo y voy,
solo ante mí,
guiándome por las sombras.
 
Ya mi dolor,
como todo se fue
el cielo debe existir.
 
En alguna parte,
sin miedo,
yo siento luz ambarina
siempre el halo
eterno del amor.
 
Siglos desiertos,
bajo mis pies,
los hombres del mal
los hombres del bien
¿qué pueden ya ofrecer?
 
No me espera
un mundo de tumbas
sino un modo de viajar
y así llegar hasta tu umbral.
 
Rituales y fobias
tanto hay que aprender
tú ya no me oyes
el sol se ha disuelto,
y los nombres se borrarán.
 
Entre las miserias y el ruido
tu amor conmigo vendrá
gotas tristes de tu amor
por mí
 
Búscame, pero búscame
por favor
 
Siglos desiertos
tragándome los pies
los hombres del mal
los hombres del bien
¿qué pueden ya ofrecer?
 
No me aguarda
un mundo de tumbas
sino un modo de viajar,
hasta ser así
una flecha zen.
 
("Flecha Zen", Luis Almirante Brown)

Saturday, May 7, 2011

Cuando las gemelas nacieron cayó sobre ellas el rayo verde del atardecer. La comunión de sus almas fue tan intensa que se fundieron en un abrazo siamesarizándose.
Al principio crecieron al amparo de las lámparas de cariño ultravioleta, pero luego debieron ganarse a la vida exhibiendo su monstruosidad en las numerosas ferias de novedades genéticas. Su tiendita siempre estaba un poco al margen de los stands principales donde, año atrás año, volvían encontrarse con los mismos ejemplares: la mujer dentada batiendo mandíbulas en ritmos tropicales, Bala la gaviota asesina y el Niño Nazi, célebre por sus experimentos en la cirugía plástica.
Las siamesas crecieron en este despiadado ambiente curtiendo su alma buena con la enseñanza que dan los sufrimientos sobre sufrimientos. Un día decidieron renunciar a su stand y ganarse la vida por otros medios, pero era imposible no caminar dos pasos sin tener detrás una caravana de muchachos tirándoles cascotes.
La extraña conformación de sus anatomías les exigía permanecer cara a cara. Con los años fueron grandes dialogadoras y sus mentes funcionaban simbióticamente. Y aunque no puede decirse que era comunicación telepática (pues no estaban a una distancia suficiente una de la otra para comprobarlo) casi no necesitaban hablar para comprender la intimidad de sus pensamientos, la tristeza común que las invadía cada vez que tropezaba una con la otra, las negociaciones para intentar agarrar una lo que la otra negaba. Las luchas, típicas entre niñas de su edad, eran escasas porque era imposible practicar llaves, la efectiva “quebradura”, la “paralítica” o el simple “piquete de ojos”.
Pero se pasaron la vida inventando juegos. Había uno que consistía en adivinar lo que había a espaldas de la otra, juego que fueron perfeccionando: una vez que adivinaban, por ejemplo, que había una vaca, contaba medio punto si la vaca era doble y no simple. En cuestiones de números, especies y proporciones desarrollaron también una habilidad que les permitía calcular las distancias promedio entre hormigas caminado en fila, el tiempo máximo entre dos estrellas fugaces y otros impredecibles acontecimientos de orden atmosférico.
Todavía recuerdo el primer día en que las vi. Estaba sentado en una de las reposeras de la nave cuando subieron trabajosamente por el borde del plato. Tuvieron un diálogo bastante subido de tono con el capitán acerca de las condiciones de viaje a Catedral. Ahora creo que nunca les importó demasiado el viaje, sólo querían asegurarse de que en la nave iban a estar a salvo de las bromas de mal gusto.
Afortunadamente el capitán, viejo lobo de los aires, recordaba el lugar de la pirámide milagrosa que las separó definitivamente en gemelas. Pero debió haberlas preparado para el trauma de la separación, como será relatado más adelante. 

Tuesday, May 3, 2011

7. Simone

Simone fue construida siglos atrás. Hoy se conserva como vestigio de un pasado de viajes espaciales. La nave posee un anticuado sistema de teletransportación, cuando era de uso andar de planeta en planeta. La teletransportación de la tripulación de la nave a la superficie de turno evitaba el gasto sideral que suponía tanto el aterrizaje como el despegue.
A pesar de su edad, la tecnología de la nave es ilimitadamente inteligente, al punto de que recurre a sus propios pensamientos, que incluyen la telepatía, el diálogo mental con el capitán y la organización de fiestas sorpresa.
Más específicamente, es un plato con el cuenco mirando hacia arriba donde el capitán ordena y reordena unas sillas de playa que casi nadie usa. Es una lástima, porque la mañana llega y el orden atmosférico titila con chispazos de una vida por venir, como revelaciones intermitentes que me dejan con los ojos en blanco y la respiracion entrecortada. Luego el cielo se abre con un tajo rosado y unas esferas de mercurio van cayendo hasta perderse abajo, entre las ciudades fluorescentes.
El capitán tiene la tara de la pintura, de pintarla a Simone. Tiene una capacidad cierta por descubrir nuevas combinaciones de colores, de tal forma que logra que la contigüidad entre un azul y un amarillo, por ejemplo, pueda ser un diálogo tranquilo, una canción a dos voces o un diálogo de sordos, en fin, hacer que los colores cambien de color.
Una vez que toda la superficie está pintada, sea cual sea el motivo elegido por el pintor, Simone se mimetiza con el paisaje abajo como por arte de magia, no falla nunca. Luego se va decolorando hacia un blanco inconsútil y hay que pintarla de nuevo. Con sus cascarones pintados y repintados por las inclinaciones artísticas del capitán, Simone parece una heladera vieja.