Mientras tomaba una cerveza sentado, con las piernas estiradas apoyadas en el balcón, mirando la arena llena de luz, los edificios, los autos, el mar marrón y la gente lagarteando y las bolsas volando, le daban vueltas plácidamente en la cabeza, las palabras de Soledad de la noche anterior. La anécdota era graciosa. Sí. Pero devenía amarga. Hubiera querido ser él el protagonista. Sexy Sol le decía, así era.
Cerró los ojos y echó la cabeza hacía atrás, estirando las piernas y arqueando la columna, generando una tensión placentera que aflojaba en seguida y daba lugar a más distensión.
Era increíble que se aburriera de la rambla. Porque le gustaba tanto, tanto. Sin embargo había momentos que se aburría de mirar la arena, los edificios y la falsa línea recta del horizonte, aún con veleritos o cargueros.
Mandó otro trago de cerveza y prendió un cigarro. En un ratito se metería en la laptop, a escribir esa sensación de tensión distensión en el twiter. 550 seguidores, mucha minita. Eso estaba bien. Aunque Sole nunca lo leía. Bah al principio sí. Ella tenía uno también. Era muy ingeniosa hablando de libros y lugares del mundo. Pero cuando él comenzó a preguntarle porque le había dicho tal o cual cosa a este o al otro tipo, Sole dió de baja al twiter.
Se levantó y fue para el living.
Era grande el apartamento que heredara de su abuela Cristina, con un gran ventanal al balcon, justo sobre el final de Avenida Brasil sobre la Rambla.
Sonaba la guitarra rasposa de Robert Johnson.
Ahora estaba en la compu, en un rato saldría para el pub.
Hoy tenía que dar clases de baile, de tango en el salon de arriba. Eso hacía y era socio también (como Sole), pero vivir, vivía de lo que dejaba el campo que fuera tambien de la abuela y administraba un primo agrónomo.
Leyó los textos breves, algo crípticos, simpáticos algunos, pelotudos otros, levemente franelas los más con poco interés.
Se acordó de nuevo de Sole, que ya estaba en el pub, recibiendo proveedores. No habían cogido con fervor mas bien con poca pasión, anoche. Él estaba medio cansado, ella estaba un poco risueña, como en otra. Volvió a preguntar: ¿estas pensando en el tipo ese, el que te hablaba?.
Esa noche habían bailado varias veces, le habían sacado lustre a la pista. Bailaban bien, él le enseñó hacía ya un año corto. Ella gustaba mucho ser llevada con elegancia y dominio. Luego cuando se fueron conociendo, también del apartamento, el auto -ahora practicamente lo usaba ella sola, porque él iba caminando- el campo y la rambla. Esa noche luego de poco mas de un minuto de conversación con un tipo que no era habitué en los vapores de la barra, ella se reía a carcajadas y siguió con cierto aire risueño hasta que se acostaron y acabaron.
Dale decime en que pensás le dijo él, te dijo algo gracioso, ¿no?
Sí dijo ella sonriendo, es para un tweet.
A ver contame.
Me dijo: disculpame, bailan bárbaro con tu novio, tienen magia.
Y yo: si, la verdad que si
- ¿te puedo hacer una pregunta?,
- Dale.
-¿donde aprendió a bailar tu novio?
- Es profesor, ¿por?
- Porque quiero conseguir una novia como vos.
Apretó Tweet.
2 comments:
el footage muy bonito
le recuerdo para su coleto que el maestro hizo un pacto con el diablo para tocar así
Gracias.
Un pacto con el diablo, que maravilla.
Cuando el diablo estaba disponible, ahora tenés que pedir hora con mucho tiempo de adelanto y lo mas seguro es que te niegue cualquier pacto. La gente se le entrega gratuitamente sin pedir nada a cambio. Por eso hay poca producción artística buena.
El relato es olvidable, una anécdota leve, una existencia leve, como mandan los livianos tiempos que corren, creo yo.
Ya saldremos con algo mas contundente.
Salute!
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