Monday, September 7, 2009

Gris (parte III)



"...porque es asi la oscuridad
donde encuentras ángeles en la ciudad
donde encuentras santos, martires y biblias..."
Mandrake



- Es una hija de siete mil putas.
- Calmate Javier, ya lo sabíamos, no?
- Si, pero esto es demasiado. Y todavía la carta del tipo, dice todo, donde se encontraban, los dias, desde cuando. Y el infeliz confiesa como la quiere.
- Ahora la tenés en tus manos, bebé. Ya la podés dejar.
- Te dije que no, amor. Yo no quiero que ella se quede con Andresito. Además no me da la guita, no. Eso es imposible. Ya debe haber roto la carta, además.
- Pero, ¿no era lo que querías? No entiendo..., ¿y yo?
- Aguantá, ahora te llamo. Ya salió.
- Javier!

Había estacionado en la otra esquina en la perpendicular que moría en su casa, cuando vió abrirse la puerta arrancó con fuerza contenida.
Hubiera querido tener más bronca.
Doce años con María. Bien. Buenos momentos. Todo bien montado. El noviazgo fué animado, no le parecía que diferente a los de sus amigos. O de novias que había tenido antes.
Buen sexo, sí, y mejor que con las anteriores (hasta le daba miedo, por momentos). Muchos amigos, sí. Vacaciones, sí.
Y el casamiento, el corolario lógico, luego de terminada su carrera de Doctor en Medicina.
Sí claro que la quería, siempre la quiso, mucho. Aún cuando tuvo alguna otra relación pasajera, contingente , con compañeras de estudio, de los hospitales y ahora esta nurse, con la que había hablado.
Simpático, inteligente, buen estudiante, y hasta con actividad gremial; además de fiestero y cantor; tenía ángel, claro.
Tampoco la pátina de convicciones de aquella época, se había diluido.
Aunque sí lo que entendía por una pareja, o "la mujer de su vida". Por lo menos lo que había logrado concretar de eso.
En el resto de las cosas, la pasión se había atenuado, aunque no la alineación con mas o menos los mismos intereses y hasta ideas políticas.
Y habían surgido otras necesidades y compromisos económicos, profesionales, un hijo; que habían desplazado a las otras preocupaciones abstractas, más lejanas. Pero seguían presentes en el menú.
Finalmente la lluvia lenta pero implacable del tiempo, la rutina; erosionó lo más tangible, la intesidad sexual y la cordialidad que compartían con María. Antes no había reproches, no habían gritos, o desplantes, aún en situaciones difíciles. Ahora sí. Ahora, y desde dos años atrás.
Se intensificaron, concomitantemente, las contingencias hasta Raquel, la nurse, jovencita, con la que compartía esa pasión alentada por la lejanía, con, de, por, María.
Y miraba al tipo que salía de su casa.

María, Maryam aparecía en el Corán , e Isa ibn Maryam (Jesús hijo de María) su hijo, que no es Dios allí, es un gran profeta. Y María, Maryam, (a quien corresponde una surá o capitulo entero del texto sagrado), también es virgen en el Corán; pensó extrañamente luego de cerrar la puerta. Al levantar la vista vio el auto que se comenzaba a mover dese la calle que salía perpendicular a la puerta. Desde arriba del repechito, comenzaba a bajar, con el motor encendido y las luces apagadas, en la noche ya.
(Pasó como un rayo, con un zumbido fuerte, la imagen del gran Saladino, con su favorita, abisinia, etíope, negra, hermosísima, entre las sedas y almohadones y alfombras y fuentes).
Como si cayera ahora en los extremos que había pasado. Se le aflojaron las piernas.
Pensó en el Misericordioso, el Compasivo, Dios. ¿Qué se le había revelado con María? ¿Porque esa felicidad? limitada, acotada, encorsetada, como ninguneada. Se le estaba dejando comer de a pedacitos, como los animales del zoologico, a través de la reja, prueban, pero no pueden alcanzar todo.
Los pensamientos, las ideas, pasaban rápido, muy a prisa por la cabeza, sin detenerse, como un torrente incontenible.
Sentía el puño de la angustia crecer en la garganta. Aceprax. Y se llevó dos miligramos bajo la lengua.
-Me falta algo, ¿que es?,
Lo buscó en el piso.
No se daba cuenta de qué.
Prendió otro cigarro.
El auto seguia bajando, pero él no lo miraba ya, casi.
Levantó la vista del piso y vió, bajo las luces de Sodio, amarillentas, una cabina telefónica roja, de madera con vidrios, prismática, brillante, como de una película. Y el teléfono negro. Alguien hablaba adentro, iluminado por una luz blanca.
Más allá, en la otra cuadra, otra cabina igual y enfrente tambien.
No podía distinguir a la persona, su cuerpo, sus rasgos.
Trrriiiiinnngggg, Trrriiiiinnnnnnggggg!!!!!!!!!!!
Su celular tenía el mismo timbre que los viejos télefonos.
Atendió.
-¿Que haces pá?
- ¿Cómo andás Alejandro?, dijo extrañado.
- Bien, mañana voy por tu casa, ¿te parece?.
- Si claro, pero tu hermana viene el viernes.
- Claro papá, viernes es mañana, ¿qué te pasa?
- Nada, nada, dale, nos vemos, un beso.
- Chau, un beso, pá.
Los ojos se le llenaron de lágrimas, estaba convencido de que era miércoles.
La persona dentro de la cabina, hacía gestos cada vez mas vehementes, parecían similares los de las otras dos cabinas que veía también.
Tengo que ir a comer algo. ¿Donde habrá un boliche, en este barrio cajetilla?
La pastilla diluida bajo la lengua comenzó a aflojar el puño en la garganta.
Miró hacia atrás para ver que pasaba en la primera cabina roja.
Y vió que el auto seguía acercandose,
- Ahhhh, es el auto que estaba en lo de María.
Triiinnng!!!!, el celular en la mano.
Un mensaje de María.
Leyó: "estás bien, amor, te calmaste? despues vamos a hablar por favor cuidate mucho para mí."
- Andá a la puta que te parió, a la putísima madre que te parió, le salió, medio fuerte, pero sin gritar.
Las lágrimas apretaron de nuevo y rodaron y se secó los mocos.
Al ver el auto de nuevo, fantasmal, siguiendolo, pensó y buscó, se palpó el abrigo, los bolsillos del pantalón, de la camisa.
No lo había traído, no sé daba cuenta de que, pero no lo habia traído.
Bajó a la calle y miró al auto que prendió las luces.
Creyó reconocer a Javier al volante y acelerando.
Su cara le pareció mas familiar, como de un político.
Pero encandilado por las luces, se tapó la cara y cayó de vuelta a la vereda, mareado.
El auto siguió.
- ¿Que quiere este tipo?
Apoyado en un árbol, se levantó.
Vio la plaza, con sus cuatro cabinas telefónicas en cada esquina y unas luces para peatones muy bonitas, arboles altos, Araucarias, Tipas, algún Eucaliptus, bancos verdes, unas palmeras, una estatua. Ahora hablaban otras personas en las cabinas. Eran negras y todas gesticulaban mucho.
Un boliche en diagonal. Se encaminó.
Pero caminaba y la diagonal se estiraba, el boliche no se acercaba, no se alejaba, pero se iba estirando, plasticamente, como siguiendo el tenor de la humedad que iba aumentando con la noche.
Por fin comenzó a llegar, entre la bruma mojada.
Y del bar, salían dos personas con ojos grandes, redondos y los trajes brillantes, mojados. Con sombreros, raros. Y salía humo, gris o azulado.
Entró, con su cigarro prendido.
- ¿Que quiere? le pregunto el hombre que estaba en la caja.
No podía distinguir bien si había mas gente.
-Estamos por cerrar, le dijo el tipo.
- ¿Tiene algo para comer?
- Queda fainá
- Bien, dos de orillo y una mineral.
Sacó el celular.
Escribió a María:
Mañana te llamo.


Monday, August 31, 2009

Gris (parte II)




"A donde va el buey que no are
responde con prontitud
si no tenís la contesta
preparate el ataúd"
"El Albertío", Violeta Parra

Pero con la pitada profunda vino el mareo, que se hizo vahído y ceder las piernas y perder conciencia.
El cuerpo helado, en el aterrador mar negro de inmensas olas que no veía, las manos ateridas hundidas como garras en el salvavidas, en el caos del viento y la lluvia sin cielo y relámpagos ensordecedores y rayos salvajes que hendían la oscuridad y alumbraban la espantosa escena.
Pero el frío cedía y el calor arropaba el cuerpo y la garganta seca y la luz en las calles despojadas, polvorientas de cierto pueblo del norte, a lo mejor Tambores o en la única calle triste de La Hilera, una hilera de casitas no muy lejos del rio Tacuarembó (y del triste villorio de Montevideo Chico), cerca de unas lagunas, de cierta estancia donde un jinete capataz, elegía capinchos machos con la mira de su rifle, para saciar el apetito de los patrones. O él mismo con los moretones en el hombro niño, de los culatazos del rifle, de dispararle a las perdices cerca del Arroyo Malo.
Y de ahí por el rio Negro iba pasando San Gregorio y pasando aún el Paso de los Toros a las felices, combativas, vibrantes y antiguas tarariras en la desembocadura del Salsipuedes.
Y el vuelo caprichoso veía de pronto el asesinato sórdido de Urquiza a manos de los cuchilleros de Lopez Jordan, en su mansión fastuosa del Entre Rios.
A un helado pasaje por Carreta Quemada o por el lino florecido de "Mundo Azul", en el Fusca.
A cierto chasque galopante que llevaba un mensaje de Andresito (desde las cercanías del Palmar de San Borja) a Artigas (en las cercanías de Tacuarembó); asesinado en los montes de las quebradas del arroyo Lunarejo en el fondo de la Cuchilla Negra*.
A las ruinas de las Misiones que lo conmovian en su mineral decadencia (más cercanas las de San Miguel).
A los alegres viajes en los Tranvías de Asunción que habían sido de Montevideo.
Y finalmente a los primeros encuentros clandestinos con María, que produjeron aquel escrito,

"Será mejor que no te muevas
del remanso cálido, cómodo, de tus días.
El único confort que puedo darte
es hundirme en tus entrañas dulces.
Solo fiel a mi desidia."

Pero, nada le interesaba mas que estar en ella.
En su cuerpo y su palabra.
Extrañamente no se cansaba de sus olores, ni de sus gustos, ni de su compañía.
Volvió atormentado a los ojos verdes, los bucles oscuros y la voz de María que lo llamaban, cerca de su cara.
Volvió.
-¿Vos estas loco?
Hizo un esfuerzo, pero no le salía la voz.
No comía desde las 8 de la mañana, todo el dia dando vueltas por ese barrio.
-Ahora levantate y andate que Javier tuvo un llamado. Despues hablamos.
Le salió un hilo de voz,
- yo te amo María, no puedo más.. .
- Callate, que está mi hijo, despues hablamos. Sé un poco racional.
- Le dí una carta a tu marido.
- Si, ya la ví, pero él no la leyó. Tuvo un llamado de urgencia, por suerte.
...
- Además, ya la rompí. Andate, por favor, si me querés, andate.
Tomó el vaso de agua que le ofrecía María.
Miró detenidamente el hogar, la mesa petisa con los adornos -en particular el caballo colorido de madera-, el hogar y la leña, el cómodo sofá de tres cuerpos en que descansaba su cuerpo que ya se levantaba, la mesa más allá, de madera oscura y sobria.
Los cuadros en la pared, todos originales, oscuros, salvo una lámina, El beso de Klimt.
Pasando el hall de entrada, el escritorio y el pibe jugando en la computadora.
- Nunca vamos a estar juntos, le dijo, mirandola a los ojos.
Se puso el abrigo y la gorra y pensó en darle un beso, en hundirse en su boca.
Pero no, se dirigió a la puerta sin mirarla.
-Adios.
No contestó, salió y cerró la puerta.

Medio mareado todavía, veía un auto estacionado en la esquina, que tenía algo familiar.

*Nota del autor: un pequeño relato existe al respecto.


Friday, August 21, 2009

Poder, corrupción y mentiras



En la edad del consentimiento
lo bancamos todo
en este pueblo
número 586

Tu cara silente
ultraviolenta del éxtasis

Y yo solo

Solo

Los amores vigilantes
tan lejos del beso
a esta hora de la noche

Ah, el paraíso era así
promesas rotas

Y mi estilo de vida es así
bizarro triángulo del día

Todo cuenta
hasta lo más pequeño
en estado de confusa nación

los ladrones nos quieren
ladrones como nosotros.

El triángulo bizarro
y la fe sin nombre
en un lugar solitario
sin procesión ni dolor.

En la playa de la soledad de esta noche de crimen.

Ladrones como nosotros.

¡Arrepiéntete mundo!
Lo arruinaste todo
en un solo día
a todos, en todos lados.

Los tiempos cambian
como una avalancha.

Monday, August 17, 2009

Gris (parte I)

"... he vuelto
cuando duele más el recuerdo
que la ausencia..."
(Alfredo Zitarrosa, creo)

Si, era de tardecita en la ciudad.
Calle arbolada, veredas amplias.
El tipo tiró el cigarro al piso y lo apagó con el zapato (o sea moviendo el pie, ubicado dentro del zapato).
Desde la mañana daba vueltas por el barrio.
Pensando.
Pensando.
Pocos boliches, para meterse, en realidad casi ninguno.
La decisión, o su proximidad lo habían llevado a los ansiolíticos y los ansiolíticos a cierta calma cretina, con la que observaba el paisaje.
Predominaban los caserones de buena construcción algunos mas racionalistas.
Otros con un toque andaluz.
Otros con techos de tejas a dos aguas y conjuntos habitacionales finos, con casitas duplex y techos de pizarra, ladrillo visto.
Tambien había algún edificio de tres pisos y casas mas antiguas, de altas ventanas a la calle sin jardín.
Pero dominaban los jardines.
La vereda tenía unos seis metros de baldosas contra las casas y tres metros encespados, contra el cordon desde donde subían árboles tremendos, plátanos, tipas, jacarandaes. Su vista no podía evitar el recorrido hacia arriba, a las ramas que se movían flexibles, elásticas con la brisa hasta terminar dejando la atmosfera oscura de la sombra y alcanzar el fondo fucsia de un cielo que se incendiaba antes de morir.

Uff. La cabeza del tipo iba y venía de la mina al marido, de sus hijos al de ella. De su trabajo, de sus lugares, de sus amigos.
La vida hacía un quiebre en ese punto.
Justo ahí.
Sentado ahora en un murito, le sacaba las pelotillas de lana a su pulover azul. Era una actividad inútil, pero que lo tranquilizaba, lo ayudaba a pensar, a ir diluyendo el pensamiento y finalmente a pensar en nada, por horas. Despues hacia pelotas juntandolas y apretando la lana entre las manos y les daba una patada al aire.

El aullido lejano del tren, lo saco de su huida hacia adentro,
justo antes de tirar el cigarro.
Justo antes de decidirse a encarar la puerta
justo antes de mirar fijo la casa
y comenzar a caminar, con la vista fija en el timbre.
Era una casa bonita, con un jardín al frente y grandes ventanales.
Un garage con el auto de tres años estacionado en el jardín.
Lo feo eran los aparatos de aire acondicionado que salían para afuera como dientes o muelas, mal ubicados y sus cañitos goteando.

Ay. Levantó el brazo y oprimió el timbre.
Su sonido apagado desde adentro del hogar, lo hizo temblar, erizarse, marearse en un resplandor de cambio de conciencia, como un fogonazo instantaneo en la cabeza.
Pasaban imagenes veloces en su mente, de ella, de su infancia, de su padre.
Pasaban automóviles veloces a su espalda, por la calle.

Sintió el murmullo de adentro:
-Andá vos Javier, yo estoy con Andresito.
-Bueno voy, voy.
Ahí viene, suspiró.
Se acomodó el sobretodo, tragó saliva y trató de ahuyentar las imágenes de la cabeza.
Se situó a un metro y medio de la puerta, erguido como una tabla.
El pestillo giró, ruido de cerradura y puerta que se abre, recortando el tipo contra la luz cálida del hogar.
Otro fogonazo en la cabeza.

-Si?
(nunca lo había visto y le era familiar, que extraño)
...
-Que desea?
(parecía que lo conocía de otra época, de la infancia, de un sueño)
...
-No puedo estar acá toda la noche.
(Vamos, vamos)
-Acá.. ¿es la familia...? susurró.
-Aristimuño, ¿que necesita?.
-¿Esta casa está a la venta?
(en un hilo de voz, el guión ensayado le pareció idiota).
-No, no. Que yo sepa.
-A ver. ..
Y revisó en los bolsillos buscando la carta con el detalle de lo que le quería decir a Javier.
Un relato de su relación con María, la esposa, ¿una justificación?, la confesión del amor, su deseo de terminar de...¿de terminar que?
El sentía un angustioso amor por María, como el del naufrago que se aferra al salvavidas en el monstruoso mar nocturno.
Pero no tenía ninguna posibilidad de proponerle algo.
A la mina no le interesaba otra cosa que amarlo cada tanto.
Vivía bien, cómoda, aunque le desagradara dormir con Javier.
Entonces el tipo había decidido el incendio, y encontrando la carta carraspeó:
- Bueno, de cualquier manera le dejo...
Apareció el niño, sacando la cabeza por abajo del brazo del padre,
-¿Quien es papá?
-No sé Andres, el señor estaba tratando de darme algo...
-No, me equivoqué. Disculpe la molestia.
- No, pero, espere, ¿que me iba a dar?
Era inutil, el hombre ya se ponía la gorra y dejaba el jardincito.
La noche se había tragado la luz.
Eso hubiera sido lo mejor, imaginó, mientras se alejaba, luego de entregada la carta a Javier.
Y ya de espaldas a la casa encendió el cigarro y tiró el fosforo por encima del hombro.


Sunday, August 9, 2009

Ficción Rara

Mi amigo el Maestro Sokon Matsumura ha decidido dejar la actividad blogeril, no se si por un tiempo o qué.
La cuestión es que los asombrosos blogs "que crack matsumura" y "ficción rara" han quedado no sé si en suspenso o van a dejar de emitirse.
No me apena esto, sé que irá en al dirección correcta de sus sueños, pensamientos e intuiciones. Ahora, no podría tolerar que su perspicaz visión, su ingeniosa creatividad, su capacidad de exponer el alma con el don de la visión límpida y la búsqueda honesta de la belleza y el sentido, no se manifieste en algun lugar donde pueda verlo, maravillarme y aprender.
Este video me hizo pensar inmediatamente en sus producciones.
El albino Hermeto tiene como él un asombroso sentido del humor, unos conocimientos profundísimos del arte y la cultura y una intuición infalible, ingenua y sin prejuicios sobre los inesperados y deslumbrantes caminos de la belleza.
Este video en particular me parece que resume esa simplicidad, desprejuicio, conocimiento,sorpresa, ingenuidad, belleza y gozo a la vez.
Y no sé si le gustará, pero quiero homenajearle con él de alguna manera y sobre todo manifestarle mi respeto y admiración. En serio.
Unos blogs y un ser maravilloso.
Salud, Maestro Sokón.




y ahora el propio



Sunday, August 2, 2009

Cuando habla el Dragón.

Yo, estaba pensando en poner algo sobre el destino de las cenizas de Artigas,
que obviamente tienen tres posibilidades: el cementerio (el del Norte en particular, para que la gente disfrute ese hermoso lugar), el Paraguay (que fue el lugar definitivo que el eligió) o la Iglesia (porque el tipo era cristiano). Quizás lo haga mas adelante.

Y escuchaba a Laurie Anderson.

Y me di cuenta que este tema habla del lenguaje de los Dragones.
Es mas, refiere casi a una experiencia personal, al respecto.
Además habla de tiburones saliendo del océano.
Me sentí muy sintonizado con esto.
Y ademas, disfruto mucho de esta música.
Se los dejo para que lo disfruten, mientras sigo pensando en el blog del Mausoleo.



LAURIE ANDERSON - LANGUE D'AMOUR
Let's see. Uh, it was on an island. And there was this snake. And the snake had legs. And he could walk all around the island. Yes. That's true. A snake with legs. And the man and the woman were on the island too. And they were not very smart. But they were happy as clams. Yes. Let's see. Uh...then one evening the snake was walking about in the garden and he was talking to himself and he saw the woman and they started to talk. And they became friends. Very good friends. And the woman liked the snake very much. Because when he talked, he make little noises with his tongue, and his long tongue was lightly licking about his lips. Like there was a fire inside his mouth and the flame would come dancing out of his mouth. And this woman liked this very much. And after that, she was bored with the man. Because no matter what happened, he was always as happy as a clam. What did the snake say? Yes! What was he saying? OK. I will tell you. The snake told her things about the world. He told her about the time there was a big typhoon on the island and all the sharks came out of the water. Yes. They came out of the water and they walked right into your house with their big white teeth. And the woman heard these things. And she was in love. And the man came out and said: We have to go now! And the woman did not want to go. Because she was a hothead. Because she was a woman in love. Anyway, we got into their boat and left the island. But they never stayed anywhere very long. Because the woman was restless. She was a hothead. She was a woman in love. And this is not a story people tell. It is something I know myself. And when I do my job, I am thinking about these things. Because when I do my job, that is what I think about. Oooo la la la. La La La. Voici. Voila'. Ooo la la la. Voici le langage de l'amour. Oooo la la la. Oooo. La la la. La la. Voici. Voila'. la la. La la. Voici le langage de l'amour. Comme ci, comme ca. Voila. Voila. Voici le langage de l'amour. Voici le langage de l'amour. Attends! Attends! Attends! Attends! Attends! Attends! Ecoute. Ecoute. Ecoute. Ooooo la la la la. Ooooo. Ooo la la la la. Voici le langage de l'amour. Voici le langage dans mon coeur. Oooo la la. Oooo. Voici le langage de l'amour. Voici le langage dans mon coeur. Voici le langage dans mon coeur.

Friday, July 17, 2009

Fugas Inesperadas



Ayer estaba a punto de colgar, el texto que sigue.
Me detuvo encontrar algunos comentarios, que me resultaron sumamente auspiciosos, como buenos augurios a Tiburones Voladores.
Decidí posponer para hoy.
Hoy el Maestro Sokon M, en el comentario que esta debajo de su nombre en el chat de gmail, puso que según una extraña ley aprobada el año pasado, hoy era una especie de "dia nacional de lucha contra el suicidio" (luchar contra el suicida sería a todas luces un despropósito).
Dada la seriedad del maestro me pareció que todo esta dado para que este artículo se publique hoy.
Pertenece a el Inmenso Rafael Barret (1876-1910).
Dice escuetamente la wiki: "Escritor español que desarrolló la mayor parte de su producción literaria en Paraguay, resultando una figura destacada de la literatura paraguaya durante el siglo XX."
Yo creo que fue y es aún hoy, un rayo de humanidad, un haz de energía literaria puesta al servicio de quebrar todas las sujeciones que atan, que rebajan la condición humana de los mas humildes, de las victimas primero sí, pero tambien de los hombres en general. Creo que como pocos avizoró las primicias de un mundo mas "humano", para felicidad de todos, mas alla de las sórdidas miserias de su época y aún de la nuestra.

Por eso y porque entiendo que nuestra ciudad no detiene su lógica suicida tampoco, quizas tambien para tratar de entender algo mas, en fin..

Va este texto que me ha conmovido:


Suicidios
Rafael Barrett

Publicado en "Los Sucesos", Asunción, 13 de marzo de 1907.

No hace mucho tiempo que, en el Uruguay, una niña de tres años, resuelta con terrible lucidez a matarse, conseguía desgarrarse las entrañas. Pocos días ha que un honorable empleado de esta capital, después de abrirse de un tajo las carótidas, dejaba cerrada sobre la mesa la navaja de afeitar con que se había degollado. Acabamos de leer entre los telegramas europeos la historia de esa tribu armenia que, harta de miserias, de hambre y de persecuciones, se ha suicidado en masa.
Resulta fácil declarar locos a los que se suprimen. Pero desgraciadamente en muchos casos nuestra ignorancia no encuentra otro síntoma de locura que el mismo sombrío desenlace. No son los enfermos de la carne y los exaltados los únicos que mueren a manos de su propia voluntad. Los prosaicos y los robustos caen también en ese vértigo irremediable que, a veces, absorbe hasta a las más sólidas inteligencias. Un joven vienés lleno de salud y de talento, se envenena a los veintiún años. Sus padres hallaron sobre el cadáver un papel, y en el papel una línea: «Me mato por curiosidad». Desde el lord inglés que se pega un tiro porque en el patio de su casa, construida según los planos de un palacio italiano, no suenan los ecos de la voz igual que en el original, hasta el desgraciado que cede en la sombra a la espantosa seducción y sucumbe sin dar explicaciones porque no sabe escribir, sentimos, a través del hastío mediante el cual se analizan puerilmente tantos suicidios misteriosos, la formidable presencia de una idea. Es la idea quien asesina, la idea obstinada como una venganza y aguda como un puñal.
«No somos nosotros los que tomamos el revólver, sino el revólver el que se apodera de nosotros», ha dicho Paul Bourget, y una angustia más íntima nos penetra al considerar los enemigos fatales que nacen y se desarrollan silenciosamente en nuestra alma hasta estrangularnos un día. Fantasmas sin cuerpo y sin piedad, fúnebre voluptuosidad del abismo. Además de los mil peligros de la existencia cotidiana, y de la asechanza de innumerables gérmenes morbosos, existen funestos gérmenes morales, dotados análogamente de multiplicación y de contagio. El suicidio adquiere en ocasiones carácter de epidemia. Ha habido que derrumbar conventos donde las monjas, a pesar de todos los castigos ultra terrestres imaginables, se iban arrojando desde el tejado, a imitación unas de otras, y un coronel francés mandó quemar hace algunos años una garita donde se suicidaban de noche todos los centinelas del regimiento. Hay un pánico que huye del desastre, y otro pánico que arrastra hacia él.
Mas la impresión profunda y disolvente que nos causa el suicidio ajeno no es debida tanto al poder de la obsesión mortal como a la extraña naturaleza de esa obsesión. No es la muerte lo que nos abruma sino el deseo y el designio de morir. Que un ser organizado, que una fuerza perezca bajo el peso victorioso de fuerzas superiores, está bien. Eso es la vida. Pero que una fuerza se vuelva contra sí misma, que el animal humano en una contorsión infernal se desgarre con sus propias uñas, he aquí lo que nos hiere en las raíces de nuestra lógica y de nuestros instintos fundamentales. El hecho de que aspiremos a aniquilarnos y, sobre todo, el hecho de que lo podamos realizar, destruye el equilibrio interior del universo y refuta a Dios.
Se suele afirmar que el suicidio es una cobardía. El suicidio puro, el suicidio egoísta (no el suicidio heroico o religioso que, lejos de negar la vida, construye y glorifica una vida más potente y más amplia), será siempre para el individuo normal un acto de valor que nuestros abuelos llamarían satánico. El suicida, desde un terreno inaccesible, desafía al destino, se burla de la Providencia conocida o desconocida, y en las tinieblas donde se hunde, por su capricho, levanta una acusación que jamás será acallada. Es arrogante ordenar como un lacayo al monstruo negro que todos esperamos temblando, y salir del mundo como de una visita. El prestigio estético del suicida no se discute. Musset dibujó con eficaz poesía al orgulloso rolla en uno de los poemas más hermosos del siglo XIX, y el Werther de Goethe ha puesto al alcance de muchos amantes las pistolas enviadas por Carlota.
Contrario a todo elemento activo, el suicidio es odiado y perseguido por la razón y por la fe. Mientras haya un hombre que se mate, la humanidad está amenazada. Cada suicidio es un remordimiento para todos, una desconfianza del futuro, una inquietud pertinaz de que hay que curarse a toda costa. Cuando en Esparta empezaban a suicidarse las vírgenes, un sabio legislador dispuso que los cadáveres desnudos fueran públicamente expuestos, y así cortó radicalmente el mal. El pudor dio hijos a la patria. Pero ¿qué remedio encontrar al suicidio moderno, que es ya casi un hábito social y recuerda el frenesí funerario de la decadencia romana? En los corazones principio de siglo no quedan las virtudes de una pieza, sillares de las costumbres, y el infinito firmamento está vacío de promesas y de dioses. El suicidio de ahora, múltiple y fugitivo como la democracia misma, parece una de esas vegetaciones malignas que revelan en los cuerpos degenerados la próxima corrupción de los tejidos.
A esta época le falta serenidad. Vacilamos bajo la masa cada minuto más enorme de la ciencia positiva. Los fenómenos físicos, que por fin han entrado en nuestros ojos y se han instalado en nuestro pensamiento, aúllan en torno de nosotros y nos enloquecen. Queremos ajustar nuestra conducta a la fría y brutal realidad objetiva, y violamos la antigua y armónica dignidad de nuestras personas. Por nuestra mente dislocada cruzan espectros delirantes, y no reflexionamos como hombres, sino que corremos como máquinas. Somos ya incapaces de contemplar la vida con el amor inteligente y tranquilo de los que hicieron del Mediterráneo la cuna de las razas elegantes y la fuente de toda belleza; somos incapaces aun de contemplar la muerte con placidez, y de sacar de ella nuevos argumentos para vivir y nuevas imágenes para ennoblecernos.
Nuestras relaciones con la muerte se reducen a una higiene pedante, meticulosa y mezquina, inspirada por el miedo práctico que nos distingue de las generaciones pasadas, y a una demencia pasajera, engendradora de suicidios vulgares. La muerte, a semejanza de las demás augustas leyes naturales, merece ser tratada con más elevación, y, ¿por qué no decirlo?, con más religiosidad. Paulina, mujer de Séneca, quiso morir como él, pero de orden de Nerón le cerraron a tiempo las venas. Conservó siempre una palidez mortal. Que un poco de esa sagrada palidez purifique nuestras frentes, demasiado inclinadas a la fútil conquista de la política y del dinero.

Friday, June 26, 2009

Tiburones Voladores





Hoy a 36 años del Golpe de Estado.

Hoy, y mañana vamos a votar.

Hoy, a 25 años de creada esta obra.

Hoy, y ahí andan los Tiburones Voladores

(como hijos idiotas y voraces)

Hoy, el que tenga oidos para oir y ojos para ver.

Hágalo!

(la vida es corta y (sobre todo) los besos dulces)

Monday, June 15, 2009

18 y Ejido - Tres Cruces

"Tenemos , todos los que vivimos
una vida que es vivida
y otra vida que es pensada,
y la única vida que tenemos
es ésa que esta dividida
entre la verdadera y la errada.

Cuál , sin embargo es la verdadera
y cuál la errada, nadie
nos lo sabrá explicar;
y vivimos de manera
que la vida que tenemos
es la que tenemos que pensar."

Fernando Pessoa



Sometido al imperio de tus ojos
encandilado por el aura de tu sonrisa
deambulo en la vereda,
voy combustible
sonriendo
tramando lascivia
sobre tu piel blanca
elucubrando lujuria
que juega en mi sonrisa
miro gente que no me dice nada
miro gente que pelea por su vida, hoy
miro niños
a todos va mi sonrisa, a todos
no es por ustedes, no
(hoy no logran distraerme)
es por tu imperio ególatra,
por tu señorío sobre el territorio de mi piel
y los signos y los símbolos que me pueblan
y que soy
y que ya no son lo mismo
y significan otra cosa.

y va mi mano por tu muslo blanco
y mi boca llena de saliva acá
al lado de una señora
que mira mi cigarro húmedo
que no prendo en el bus,
y mira temerosa mi sonrisa cuando le pido paso
(no la voy a besar esta vez, madame , muy amable)

y encendido mi cigarro, no arde como yo
que me consumo en las llamas
que crepitan en mi pecho
quemando mariposas
consumiendo gusanos que viven de mi alma oscura
y entonces, asciende el flujo energético
desde abajo,
e insulto al del mercedes que se me viene encima, cuando voy cruzando,
y le niego al roto que me pide un cigarro
y pateo una botella de plástico al medio de la calle
y quiero patear y provocar
y tropiezo en una baldosa erguida irreverente,
-la conchadelalora-
ciudad miserable!, ciudad maldita!, grito
(susurro en realidad, pero grito en mí)
y trrrriiiin trrrrrriiiin trrrrrriiiin
pavorosa vibración contra mi torso
el celular,
me detiene al costado de la calle
un fogonazo
un golpe en el pecho
(pero desde adentro),
¿uno de tus textos penetrantes,
o aún tu voz honda?
vacilante
mi mano
lo toma...



Monday, May 11, 2009

Cuando Acabe Contigo

Oh , cuando acabe contigo
cuando esté contemplando tu cuerpo
ablandado por el gozo
brillante exudación, rocío que se enfría levemente
en tu cuerpo tibio
y goteen líquidos brillantes
de tus profundidades
y lágrimas de tus ojos entrecerrados,
ya no seré el vampiro que bebe tus humores,
seré el inmundo dragón que soy
y te tomaré en mi boca
moviendo mis alas membranosas
te mostraré desnuda y exánime
a toda la ciudad
tan blanca
pasearé por los suburbios contigo entre mis dientes
y te verán los seres miserables
las criaturas patéticas oleran tu cuerpo
pasaré cerca de los muertos que caminan
y el agua pútrida
y sobre los grandes edificios
y sobre los lujosas mansiones del poder
y todos clamaran por ti
por tu cuerpo
por tu blancura
y cuando todos te hayan visto
te llevaré para siempre
a mis cuevas altas
rodeadas de riscos
de caídas súbitas a la nada,
y no te dejaré ir
a nadie verás si no a mí
solo para mí
serán tus palabras y tus lágrimas
tus sonrisas y estertores
te detendré con el abrazo perpetuo
con el beso ardiente
viajaras en mi boca
sobre mi lomo
desnuda
en el frío
en el calor
en la lluvia
en el crepitar
de nuestro fuego
abrasador,
allí estarás conmigo
hasta que yo muera
o mi universo se disuelva
y te libere,
y te desgarres
queriendo volver
a mis cuevas
a mi oscura patria
de la que solo quedará
tu recuerdo
sangrante
amor


Imagen gentileza de Wonder, atinada en la ilustración y la palabra. Merci.