Friday, July 17, 2009

Fugas Inesperadas



Ayer estaba a punto de colgar, el texto que sigue.
Me detuvo encontrar algunos comentarios, que me resultaron sumamente auspiciosos, como buenos augurios a Tiburones Voladores.
Decidí posponer para hoy.
Hoy el Maestro Sokon M, en el comentario que esta debajo de su nombre en el chat de gmail, puso que según una extraña ley aprobada el año pasado, hoy era una especie de "dia nacional de lucha contra el suicidio" (luchar contra el suicida sería a todas luces un despropósito).
Dada la seriedad del maestro me pareció que todo esta dado para que este artículo se publique hoy.
Pertenece a el Inmenso Rafael Barret (1876-1910).
Dice escuetamente la wiki: "Escritor español que desarrolló la mayor parte de su producción literaria en Paraguay, resultando una figura destacada de la literatura paraguaya durante el siglo XX."
Yo creo que fue y es aún hoy, un rayo de humanidad, un haz de energía literaria puesta al servicio de quebrar todas las sujeciones que atan, que rebajan la condición humana de los mas humildes, de las victimas primero sí, pero tambien de los hombres en general. Creo que como pocos avizoró las primicias de un mundo mas "humano", para felicidad de todos, mas alla de las sórdidas miserias de su época y aún de la nuestra.

Por eso y porque entiendo que nuestra ciudad no detiene su lógica suicida tampoco, quizas tambien para tratar de entender algo mas, en fin..

Va este texto que me ha conmovido:


Suicidios
Rafael Barrett

Publicado en "Los Sucesos", Asunción, 13 de marzo de 1907.

No hace mucho tiempo que, en el Uruguay, una niña de tres años, resuelta con terrible lucidez a matarse, conseguía desgarrarse las entrañas. Pocos días ha que un honorable empleado de esta capital, después de abrirse de un tajo las carótidas, dejaba cerrada sobre la mesa la navaja de afeitar con que se había degollado. Acabamos de leer entre los telegramas europeos la historia de esa tribu armenia que, harta de miserias, de hambre y de persecuciones, se ha suicidado en masa.
Resulta fácil declarar locos a los que se suprimen. Pero desgraciadamente en muchos casos nuestra ignorancia no encuentra otro síntoma de locura que el mismo sombrío desenlace. No son los enfermos de la carne y los exaltados los únicos que mueren a manos de su propia voluntad. Los prosaicos y los robustos caen también en ese vértigo irremediable que, a veces, absorbe hasta a las más sólidas inteligencias. Un joven vienés lleno de salud y de talento, se envenena a los veintiún años. Sus padres hallaron sobre el cadáver un papel, y en el papel una línea: «Me mato por curiosidad». Desde el lord inglés que se pega un tiro porque en el patio de su casa, construida según los planos de un palacio italiano, no suenan los ecos de la voz igual que en el original, hasta el desgraciado que cede en la sombra a la espantosa seducción y sucumbe sin dar explicaciones porque no sabe escribir, sentimos, a través del hastío mediante el cual se analizan puerilmente tantos suicidios misteriosos, la formidable presencia de una idea. Es la idea quien asesina, la idea obstinada como una venganza y aguda como un puñal.
«No somos nosotros los que tomamos el revólver, sino el revólver el que se apodera de nosotros», ha dicho Paul Bourget, y una angustia más íntima nos penetra al considerar los enemigos fatales que nacen y se desarrollan silenciosamente en nuestra alma hasta estrangularnos un día. Fantasmas sin cuerpo y sin piedad, fúnebre voluptuosidad del abismo. Además de los mil peligros de la existencia cotidiana, y de la asechanza de innumerables gérmenes morbosos, existen funestos gérmenes morales, dotados análogamente de multiplicación y de contagio. El suicidio adquiere en ocasiones carácter de epidemia. Ha habido que derrumbar conventos donde las monjas, a pesar de todos los castigos ultra terrestres imaginables, se iban arrojando desde el tejado, a imitación unas de otras, y un coronel francés mandó quemar hace algunos años una garita donde se suicidaban de noche todos los centinelas del regimiento. Hay un pánico que huye del desastre, y otro pánico que arrastra hacia él.
Mas la impresión profunda y disolvente que nos causa el suicidio ajeno no es debida tanto al poder de la obsesión mortal como a la extraña naturaleza de esa obsesión. No es la muerte lo que nos abruma sino el deseo y el designio de morir. Que un ser organizado, que una fuerza perezca bajo el peso victorioso de fuerzas superiores, está bien. Eso es la vida. Pero que una fuerza se vuelva contra sí misma, que el animal humano en una contorsión infernal se desgarre con sus propias uñas, he aquí lo que nos hiere en las raíces de nuestra lógica y de nuestros instintos fundamentales. El hecho de que aspiremos a aniquilarnos y, sobre todo, el hecho de que lo podamos realizar, destruye el equilibrio interior del universo y refuta a Dios.
Se suele afirmar que el suicidio es una cobardía. El suicidio puro, el suicidio egoísta (no el suicidio heroico o religioso que, lejos de negar la vida, construye y glorifica una vida más potente y más amplia), será siempre para el individuo normal un acto de valor que nuestros abuelos llamarían satánico. El suicida, desde un terreno inaccesible, desafía al destino, se burla de la Providencia conocida o desconocida, y en las tinieblas donde se hunde, por su capricho, levanta una acusación que jamás será acallada. Es arrogante ordenar como un lacayo al monstruo negro que todos esperamos temblando, y salir del mundo como de una visita. El prestigio estético del suicida no se discute. Musset dibujó con eficaz poesía al orgulloso rolla en uno de los poemas más hermosos del siglo XIX, y el Werther de Goethe ha puesto al alcance de muchos amantes las pistolas enviadas por Carlota.
Contrario a todo elemento activo, el suicidio es odiado y perseguido por la razón y por la fe. Mientras haya un hombre que se mate, la humanidad está amenazada. Cada suicidio es un remordimiento para todos, una desconfianza del futuro, una inquietud pertinaz de que hay que curarse a toda costa. Cuando en Esparta empezaban a suicidarse las vírgenes, un sabio legislador dispuso que los cadáveres desnudos fueran públicamente expuestos, y así cortó radicalmente el mal. El pudor dio hijos a la patria. Pero ¿qué remedio encontrar al suicidio moderno, que es ya casi un hábito social y recuerda el frenesí funerario de la decadencia romana? En los corazones principio de siglo no quedan las virtudes de una pieza, sillares de las costumbres, y el infinito firmamento está vacío de promesas y de dioses. El suicidio de ahora, múltiple y fugitivo como la democracia misma, parece una de esas vegetaciones malignas que revelan en los cuerpos degenerados la próxima corrupción de los tejidos.
A esta época le falta serenidad. Vacilamos bajo la masa cada minuto más enorme de la ciencia positiva. Los fenómenos físicos, que por fin han entrado en nuestros ojos y se han instalado en nuestro pensamiento, aúllan en torno de nosotros y nos enloquecen. Queremos ajustar nuestra conducta a la fría y brutal realidad objetiva, y violamos la antigua y armónica dignidad de nuestras personas. Por nuestra mente dislocada cruzan espectros delirantes, y no reflexionamos como hombres, sino que corremos como máquinas. Somos ya incapaces de contemplar la vida con el amor inteligente y tranquilo de los que hicieron del Mediterráneo la cuna de las razas elegantes y la fuente de toda belleza; somos incapaces aun de contemplar la muerte con placidez, y de sacar de ella nuevos argumentos para vivir y nuevas imágenes para ennoblecernos.
Nuestras relaciones con la muerte se reducen a una higiene pedante, meticulosa y mezquina, inspirada por el miedo práctico que nos distingue de las generaciones pasadas, y a una demencia pasajera, engendradora de suicidios vulgares. La muerte, a semejanza de las demás augustas leyes naturales, merece ser tratada con más elevación, y, ¿por qué no decirlo?, con más religiosidad. Paulina, mujer de Séneca, quiso morir como él, pero de orden de Nerón le cerraron a tiempo las venas. Conservó siempre una palidez mortal. Que un poco de esa sagrada palidez purifique nuestras frentes, demasiado inclinadas a la fútil conquista de la política y del dinero.

23 comments:

sokon m said...

esta tarde me crucé con una chica gótica, yo venía caminando en un sentido y ella en otro

al cruzarnos sentí una oleada del perfume que traía. se me ocurrió intentar describirlo. era como el olor en ausencia de aire. después concluí, naturalmente, que así debe ser el olor de la muerte. de la muerte, no de los muertos

muy bueno su post, junta

en japon, los parques donde suelen ir los empleados a colgarse, están llenos de carteles diciendo cosas como 'piense un momento en silencio antes de hacer nada'

en futurama hay casetas de suicidio

los adioses termina con un suicidio, el astillero quizá también

me pregunto si las vírgenes se suicidabane en Esparta porque los espartanos eran todos putos

esta misma tarde, también, me tocó pasar frente a un armería. vi varios revólveres y pistolas automáticas. calibre 38, caños cortos y largos, revólveres magnum, copias brasileñas

conversando con Carter se nos ocurrió que un joven le regale a su enamorada unas flores diciendo 'estas flores las saqué de la tumba de un suicida, son para vos'

Anonymous said...

gótico mismo, sokon...

a mí me hizo pensar en estos dos viejitos (cercanos a los ochenta) que hace unos días fueron a un hotel en tres cruces, ella le tiró a él y después se suicidó con otro tiro.
y dejaron cartas explicando que no habían podido superar la muerte de su hijo tupamaro a manos de los militares en el 72.

después supe que habían escrito un libro que obtuvo un premio de casa de las américas en el 73, mención testimonio. el tema era el mismo.
en el 2003 lo publicaron de nuevo, con agregados, en Uruguay.

saludos,
fer

*** said...

Sokón, gracias.
Fué realmente increíble ver la nota suya que informaba sobre la ley contra el suicidio.

A mi me revela cosas de la vida el suicidio. Es como por el absurdo. Si para la negación de la vida, se necesita tanto coraje, cuanto más se necesita para vivir, para no irse.
Me genera como un respeto por la vida y por el hombre.
Y hay cosas que son mas entendibles con los conocimientos de la psiquiatría y la psicología, en el impulso de la autoeliminación. Sin embargo hay un aspecto volitivo, más alla del desquicio.
Como una voluntad extrema, inmensa del NO, que termina negandose a sí misma. Hay un rebelarse a las circunstancias de la vida llevado al extremo, pero a la vez es el máximo ceder a esas circunstancias que logran negar finalmente al individuo.
Y es muy acertado lo que dice Barrett, es como abominablemente poético.
Porque no hay respuesta posible, no deja que decir.
Me gusta mucho como lo aborda el autor, como va deshilando la madeja de sentimientos que provoca, de una manera muy humana, elegante y franca. Me resulta conmovedor, el respeto profundo por esos hombres que se van y su desventura. Pero a la vez no claudica en el afán de sentido, buscando en los pliegues de lo que lo niega duramente.
Mira las cosas de frente, lucidamente, y logra finalmente dar con pistas dolorosas, para que no sea en vano el sacrificio, para edificar humanidad.
Creo que es muy acertado cuando señala "A esta época le falta serenidad" o luego "Queremos ajustar nuestra conducta a la fría y brutal realidad objetiva, y violamos la antigua y armónica dignidad de nuestras personas.". Si bien saluda los avances de la razón para la comprensión, capta con precisión los límites de su alcance, de su determinación, justamente en lo que hace al sentido de la aventura, de que valga la pena vivirla.
Eso es lo que parece estar cuestionando el suicidio en última instancia para Barrett, y creo que el planteo tiene una vigencia impresionante, cien años después de escrito.

Sokón esa entrega de flores es espeluznantemente romántica.
Y quizás haya encontrado la motivación para el suicidio de las Vírgenes espártanas. Me preocupa saber si en la abundancia de suicidios por estos lares (creo que somos los número 2 en el mundo) no habrá algun elemento causal similar. Lo cual terminaría de erosionar los mitos orientales.

Esos viejitos terminando con su vida, Fer, es una escena tristísima. Pero tiene como una ternura, como una dulzura. Es muy poética.

*** said...

As, veo que ha salido momentaneamente de su retiro, para colgar esa foto, casi atroz. Un paso antes, justo. ¿Podríamos llamarla "el camino"?.
(Oh, así llamaban en sus primeros pasos a la secta judaica que llega hasta nuestros dias como cristianismo)
Muy buena y atinada.
Saludos.

sokon m said...

a mi esos árboles me evocaron el vello púbico de un muerto, o los árboles donde están encarnados los suicidas (era en el séptimo círculo, no? los violentos contra si mismos). solamente le faltan los cadáveres ahorcados

Robertö said...

Seguramente el impulso letal último es un instante de máxima esperanza. De otro modo no es posible atentar contra la vitalidad propia.

Buen post, saludos

envidiosa said...

"Me mato por curiosidad". Nunca se me hubiera ocurrido esa causa de suicidio.

Fer, terrible lo de esa pareja que mencionás. Yo todavía no puedo dejar de pensar en esa tragedia. Sabés que hasta paso por enfrente a la casa y me imagino la escena que ocurrió hace casi 40 años. Ese suicidio no podía ser más inoportuno en vísperas de unas elecciones que tienen como trasfondo esa parte de nuestra historia.

*** said...

Sokón, es verdad lo del vello y además el árbol de la izquierda, fijese que las 2 ramas salen del mismo punto y parecen los brazos de una persona atrapada (vegetada) en árbol.
Y que bien, traer a la Divina Comedia por acá. Ese séptimo círculo, que cerca de Lucifer, que los puso. No creo que el solo acto de fuga merezca terrible destino.

Roberto, tiene razón, tiene que haber un impulso vital fuertísimo, para tomar ese coraje, pero no sé si es esperanza. Me parece que ahí se apaga el último estertor de la esperanza. Quizás cuando se apaga, libera la energía suficiente para permitir este acto volitivo. Gracias.

sokon m said...

no estoy muy seguro respecto del lugar del suicidio en la teología 'pura' (no tengo muy claro el tema del afterlife). se me ocurrió que el cristianismo, como una religión de pobres -al menos en sus orígenes- o de esclavos, tenía forzosamente que prohibir el suicidio para proteger los intereses de los dueños de los 'medios de producción' (i.e. de los esclavos cristianos)

pero es una idea tan superficial que me doy asco a mi mismo solo por pensarla

no borro este comentario porque me da más trabajo

una nota positiva: mila jovovich va a filmar 'resident evil 4, afterlife' en setiembre

*** said...

Envidiosa, es ciertamente improbable un suicidio por curiosidad, pero se ve que ha ocurrido. Y el otro día lo ví convincentemente en la serie "Dr. House".

Che(o Tché como escriben en Rio Grande original guaraní que vendría a ser como admiración y amistá), Sokón, esa idea es imponente para un libro tipo "Lenin para niños". Yo, no sabe como me he divertido jugando con esa idea, es morbosamente genial.
No se desprecie por esa ocurrencia, porque como decía "El Contador" Damiani: "piensa mal y acertarás", según un amigo peñarolense. Más allá de la relación que tenga con lo que en realidad ocurrió, es buenísima y no es imposible. Quizás si, como fenómeno generalizado, pero es sabido como se usó posteriormente el cristianismo para sostener y justificar esclavitud, conquista o inclusive crimen, sin duda.
Un amigo me sugirió una idea: el hombre es un animal sin fondo. Es decir, no hay fondo para la caída en su propia miseria, es capaz de toda monstruosidad imaginable. Sobre todo cuando esta en juego su posición social.

Que buena noticia, me encanta Mila Jojovich.
Y me trae a la memoria su performance en el Quinto Elemento es Buenísima. Y la propia película, tambien.
Esto lo digo publicamente porque he sostenido discusiones al respecto, con cinéfilos y realmente creo que no la disfrutan, porque no les gusta el comic.

sokon m said...

"Lenin para niños"!!! JAJAJAJA

Muy, muy bueno. :-)

A mi no me gustó el tono de comedia del 5to elemento, la trama predecible, que el héroe sea Bruce Willis, etc. Aún a pesar de Mila. Estuve a punto de no ir a verla en Juana de Arco porque no sabía si podría resistir verla morir.

Hablando de Afterlife, me acordaba esta tarde de una película japonesa con ese título. Se trata de que, justamente, luego que uno muere tiene un tiempo para elegir -asesorado por ángeles, quizá- un recuerdo de la propia vida para luego vivir ese instante para siempre.

Digale a su amigo que también es un animal sin tapa. El libre albedrío es algo maravilloso.

*** said...

Si, es muy bueno "Lenin para niños". Debo confesar que lo leí en una antigua revista Fierro.

A Ud. Sokón, ¿le gusta el comic?
yo, cuando ví el 5° Elemento, no podía prever nada. A lo mejor soy medio ingenuo para el cine. O amaba ese mundo, ya se veía en una tira de Moebius (creo que el nombre del tipo es Jean Giraud) que participó en la realización de la película o inspira el personaje y el mundo. Pero no me acuerdo del nombre de la historieta, ya me va a salir.
Y además Willis me cae bien. Vio "El Protector", es muy buena.

Hablando de cine hay un suicidio doloroso en "Mullholand Drive" o "El camino de los sueños", que pena me dió esa muerte. Ahí tiene un desborde para el lado de "sin tapa" en el amor de la suicida y el opuesto en su amante.

Hemos construido una poderosa y popular (y me temo que alguien, algún japonés, lo debe haber hecho ya) definición del hombre: un animal sin tapa y sin fondo. Lo de sin fondo era original, mi amigo me lo sugirió por una serie de hechos que ocurren en Angola.
Ah, y puede creer que eso que cuenta de los angeles japoneses, era lo que me sugería mi horoscopo de la semana pasada. Que eligiera 4 o 5 buenos recuerdos para dar la lucha semanal.
Salud.

Robertö said...

Jn: me refería a la esperanza en el sentido de tener la fe de que el después será menos doloroso que el presente. Seguramente el suicida no debe pensar en que muerto, transcurrirá rumbo a arder en un infierno mucho peor que su propia existencia. Supongo varias posibilidades pasando por su cabeza, mezclar la baraja genética y conseguir una nueva oportunidad en el mundo, dispersar poco a poco sus átomos por el universo mientras su conciencia se va diluyendo, o tal vez jugarse a una chance de ser aceptado en "el cielo". Pero tal vez los motivos sean tantos como los suicidas. También hay quien lo hizo por honor, o por orgullo. O tal vez cada uno de los suicidas haya respondido a su orgullo, a patear el tablero de ajedrez violentamente porque se vió acorralado y sin posibilidad de tener libertad de mover sus piezas.
En fin...

*** said...

Roberto, es cierto lo que dice.
Estaba pensando en las monjitas del convento, de Barrett, que no cesaban de matarse.
Esa radicalización de un lado autoflagelante del cristianismo unido al culto a la "otra vida" como compensación de esta, puede ser detonadora.

La cinéfila said...

"El 5to Elemento" es malísima.
Mal narrada, mal dirigida, mal escrita y extremadamente mal actuada.
Un mamarracho importante.
JNT, déjese de embromar.

*** said...

Si, puede ser, no puedo discutir en esos terminos. No lo tengo racionalizado, así. O sea, cuando veo una película no me doy cuenta de eso, sino que me hace vibrar, reír, emocionarme, iluminarme, descubrir, aburrir, odiar, querer, amar, entender en distintas gradaciones.
Pero a mí me encantó, me gustó la atmosfera de esa ciudad infernal, de ese futuro idiota. Y Mila y Willis y el loco este que hace de archimalo y la batalla en el hotel. Y fantasear que al mundo le puede pasar algo así y estar encerrado en un cápsula con Mila.
Yo me dejo de joder, cinéfila, y creo que la conozco. Pero no puedo decir que no me gusta.
Igual le doy la bienvenida en esa faceta, en esa máscara, terrible.

envidiosa said...

el quinto elemento es mala pero divertida. la batalla en el hotel es sensacional. y bruce willis es una burla de sí mismo. en cambio las resident evil son horribles todas, tal vez zafa un poco la segunda, pero lo demás es pésimo. la 4 no puede ser mejor.

sokon m said...

-que quiere decir 'ecto gamat'?

-nunca sin mi consentimiento

cinéfila said...

Gracias JNT.
Imponente su bienvenida.

Por otro lado, le cuento que sus argumentos me recuerdan a los de un niño.
De chica, defendía con unñas y dientes las películas de "Los Parchis". O sea, que hay tantas miradas como espectadores.
A veces, el cine sólo entretiene superficialmente.
Cuando quiera ver cine del bueno, avíseme.

*** said...

Bueno, envidiosa, yo vi partes de alguna de las resident evil, y solo me acuerdo de Mila.

Oh, sokón, como me asombran sus conocimientos, no me acordaba de eso.

Pica Wonder detras de cinéfila.
Que suficiente y racional se puso eh?.
No me preocupa que coincidan mis argumentos con los de un niño, a veces tienen razón. Y disculpe, no puedo hablar del grupete ese de su infancia, me vienen arcadas. Y miradas como espectadores, ¿donde lo senti eso? cielos, que profundidad!!!(hay superficialidad hondamente sensible fijesé si no el universo de la piel).
No sé, no dudo que diera para mas el argumento y el elenco, pero a mi me gustó así.
Wonder,todo el tiempo quiero ver cine bueno, así que ya está avisada. Si no me lleva me mato.

*** said...

Sokón lo tengo,
http://www.youtube.com/watch?v=EGRa7I0t4xc

Mariana said...

Excelente idea: La muerte, a semejanza de las demás augustas leyes naturales, merece ser tratada con más elevación, y, ¿por qué no decirlo?, con más religiosidad.

Lamentablemente es imposible porque la humanidad está involucionando.

Me gusta este blog. Salud

Mariana said...

Desde hoy comenzaré a hacer crochet y a tratar frecuentemente con putas.